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¿Cómo se multiplica el valor?

El valor de nuestra empresa sólo se multiplica si aprendemos a irradiar el poder.

Carlos  Dumois

El valor de nuestra empresa sólo se multiplica si aprendemos a irradiar el poder.

Ejercer el rol de dueño de manera solitaria a la larga puede ser limitante. En sus inicios, el emprendedor orienta su quehacer a la acción: Toma decisiones, aprovecha oportunidades, improvisa respuestas y resuelve problemas sobre la marcha. Esas son las actividades que él concentra y que más valor generan en las primeras etapas de la empresa.

El emprendedor construye a través del tiempo una organización operativa y dependiente que lo acompaña y que gira en torno a él. Al crecer, necesita replicar esas actividades que generan valor y lograr que otros aprendan a hacerlas; pero él teme soltar las riendas, y por más que busca cómo compartir el poder en ellas, no fácilmente lo logra, y su soledad se incrementa.

Puede ser que se atreva a contratar altos ejecutivos o consejeros, pero la realidad es que no sabe cómo hacer que ellos mejoren la calidad de las decisiones y los resultados. Ellos dependen de esas actividades de alto valor que él domina. Y sucede que mientras más directivos contrata, más se le complica la gestión de la empresa y más solo se queda.

El caos del entorno actual demanda de equipos talentosos e interdependientes. El crecimiento trae consigo la necesidad de integrar y desarrollar consejeros y ejecutivos que nos ayuden no solo con la tarea de manejar recursos y procesos, sino también con el manejo proactivo de oportunidades y proyectos.

El problema es que pretendemos que cada uno de ellos actúe igual que nosotros, con la misma soltura y visión integral que nosotros tenemos, con la misma intuición y el mismo dominio de las áreas clave del negocio. No son líderes aislados e independientes. Lo que necesitamos es un equipo de gente talentosa que sepa complementarse y que les saque jugo a las capacidades de cada uno de sus miembros.

El entramado de competencias y personalidades que hay que esculpir cuando armamos nuestra organización, reclama que comprendamos y apliquemos con claridad y pericia el concepto de sinergia organizacional. Definimos a ésta como la capacidad de la empresa para integrar talentos y potenciar su poder.

Es la energía resultante de combinar diferentes líderes que se complementan entre sí, que se promueven el uno al otro, que aprenden unos de otros y generan resultados superiores a la suma de sus aportaciones individuales. Éste es el origen de la multiplicación de valor.

Son tres los aprendizajes fundamentales en esa capacidad de reproducir el poder. Al primero le llamamos Querencia, y radica en saber cómo compartir con nuestro equipo un proyecto común de futuro. En este proceso el empresario aprende a crear una visión junto con su gente clave, a comunicar esa visión al resto de la organización y a despertar en todo el compromiso apasionado por hacerla realidad.

El segundo elemento por aprender consiste en armar una Fórmula de Gobierno que asegure la capacidad de gestión que requerirá la implementación de los planes y proyectos contenidos y desprendidos de la querencia. No se trata solamente del organigrama, ni de consejos y comités, sino del montaje del equipo y su integración, aprovechando sus talentos e incrementando gradualmente su poder. La Fórmula de Gobierno tiene que evolucionar para responder a cada etapa de crecimiento de la organización.

Por último, tenemos la Fórmula de Propiedad, que consiste en el diseño y manejo de los mecanismos de ingeniería patrimonial que aseguren el control de condiciones legales y contractuales para el ejercicio efectivo de la Dueñez Empresaria. Los sistemas societarios que privilegian la equidad y la representatividad de las partes tienden a encajonar a los dueños talentosos y ahuyentar o distraer a los verdaderos líderes.

El valor no se multiplica fácilmente; el esfuerzo sinérgico es complejo. Para crecer necesitamos aprender a pensar, dirigir y gobernar en equipo; eso significa construir una compañía diferente, donde el acompañamiento no es el de muchos sargentos eficaces, sino el de diferentes liderazgos que se complementan y se refuerzan unos a otros. No hay otra forma de multiplicar el valor.

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