Vaya semanita

El hijo del gran Julio César Chávez está a nada de ser deportado por los Estados Unidos, detenido y acusado entre otras cosas de “estar afiliado” al cártel de Sinaloa.

Si es que eso no sucedió ya mientras yo redactaba estas líneas, me refiero a la deportación.

Y una vez detenido por autoridades migratorias norteamericanas nos enteramos que acá en México tiene una orden de aprehensión vigente desde 2023 y que ahora sí será ejecutada tan pronto pise territorio nacional.

Hay testimonios públicos, de los Chávez padre e hijo sobre su relación con poderosos personajes del cártel de Sinaloa.

Ellos jamás lo han negado, lo han reconocido en entrevistas al menos una vez cada uno.

Julio César junior está casado con la viuda de Édgar Guzmán, hijo del “Chapo” Guzmán, muerto en un ataque hace algunos años en Culiacán.

La hijastra del muchacho es nieta de Guzmán Loera, sobrina de Ovidio con quien Chávez hijo ha mantenido una relación familiar y muy buena a decir de él mismo.

Lo que hace Estados Unidos con esto y otros golpes anteriores, además de los que vengan en el futuro, parecen ser tiros de precisión.

No se trata nada más de combatir a los cárteles, esto tiene un efecto colateral y no es menor:

El perfil de los detenidos, de aquellos a los que se les retira la visa, los acuerdos logrados con algunos capos ya en manos del Gobierno norteamericano, claramente tienden a debilitar al régimen morenista.

El colchón de la calidad moral cada vez estará más mullido y amortigua menos los golpes que eso significa para la credibilidad de un Gobierno o los altos niveles de aprobación presidencial

Porque eso también provocará divisiones internas, cuando entre los grupos que de por sí ya se disputan el poder dentro del morenismo, empiecen las escisiones relacionadas con este tema.

Empezarán a tomar distancia unos de otros.

La figura del ex presidente Andrés Manuel López Obrador sale a relucir en cada anuncio que hace el Gobierno norteamericano y no porque en sus informes se mencione, sino porque de algún modo termina ligado al tema.

El pez por su boca muere y es el mismo ex Presidente quien desde el atril mañanero dijo que no había acto de corrupción posible sin que el Presidente no estuviese enterado.

Si alguien se estaba portando mal, si estaban pidiendo moches o haciendo negocios al amparo del Gobierno, nada de eso sería posible sin el consentimiento presidencial.

Él lo dijo y quedó grabado.

Y por si fuera poco, no hace mucho ya en el Gobierno actual se lanzó una campaña de promoción del deporte llevando como figura central nada menos que a Chávez padre, quien estuvo en una conferencia mañanera y también en el Senado de la República.

En el sexenio pasado se le vio también muy cercano a AMLO y se le reconoció públicamente su trayectoria.

Y claro que es justo reconocer a la leyenda, nadie lo niega, se lo merece.

Lo curioso es que no hayan calculado los riesgos.

Y eso se explica sólo desde la ignorancia. Es decir que en el Gobierno no tenían ni la menor idea de lo que se fraguaba desde las oficinas de inteligencia norteamericanas.

Pero que no hayan sabido de la orden de aprehensión que hay acá, eso sí es el colmo.

Como tampoco saben ahora de los acuerdos a los que haya llegado Ovidio para declararse culpable de ciertos cargos a cambio de que le retiren otros y de ser juzgado en una corte de Chicago y no en la de Nueva York como se creía originalmente.

Y eso se junta con lo de la semana pasada, cuando el Departamento del Tesoro declara a tres instituciones bancarias mexicanas de ser sospechosas de lavado de dinero.

Cosa de la que tampoco estaban enteradas las autoridades mexicanas.

Y ahí se vuelve a ligar a López Obrador, cuando quien fuera su jefe de oficina es el fundador y cabeza principal de una de esas instituciones, señaladas de haber recibido depósitos de prestanombres de Genaro García Luna, cuya detención, juicio y condena tanto ha festejado la 4T.