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Anularé

El 1 de junio participaré como observadora acreditada por el INE en la elección del Poder Judicial... Pero anularé mi voto.

Denise Dresser

El 1 de junio participaré como observadora acreditada por el INE en la elección del Poder Judicial. Quiero cumplir con mi obligación ciudadana de participar y vigilar. Pero anularé mi voto. Aquí los motivos:

La podredumbre del proceso. Morena no ganó la mayoría calificada para aprobar reformas constitucionales y la obtuvo vía una sobrerrepresentación que retorció la ley electoral. Y aun así le faltaban votos para aprobar la reforma. No olvidemos cómo los consiguió, mediante el voto de Yunes, bajo investigación por corrupción junto con otros miembros de su dinastía política. A cambio obtuvo impunidad. Y a eso súmenle las tácticas del “martes negro” en el Senado -cambios de sede, alianzas inconfesables y violaciones del proceso legislativo- con las cuales Morena construyó una mayoría ilegítima. La fruta de la elección proviene de un árbol torcido.

La venganza como motivo. Si López Obrador/Sheinbaum realmente hubieran querido una reforma que mejorara la calidad de la justicia, sobre todo para los más pobres, podrían haberla diseñado. Ese nunca fue el objetivo. Optaron por el voto popular de ministros, magistrados y jueces como castigo a un poder que intentó frenar los abusos de un Gobierno atropellador. La Suprema Corte trató de frenar la militarización, la destrucción de los organismos autónomos, y el Plan “A” y “B” que contravenían la Constitución. Magistrados y jueces otorgaron amparos ante obras ambientalmente destructivas como el Tren Maya. Miembros del Poder Judicial actuaron como contrapesos y pagaron el precio por ello. La elección nunca se contempló como una manera de corregir vicios, sino como una forma de quitar obstáculos. Y lo filtrado por #TelevisaLeaks confirma el papel que Arturo Zaldívar jugó en la ejecución de la venganza.

El fracaso de los filtros. Los Comités de Selección del Poder Ejecutivo y del Legislativo no se comportaron como evaluadores imparciales y profesionales; actuaron como operadores políticos de Morena. Y al establecer requerimientos diminutos -como 8 de calificación promedio- en vez de estándares altos y exigencias necesarias, abrieron la puerta a candidaturas de criminales, youtuberos, abogados del narcotráfico, y demás fauna. Aunque en las boletas aparecen perfiles loables, la probabilidad de que sean electos es prácticamente nula. No competirán en piso parejo ante militantes como Yasmín Esquivel, Lenia Batres y Loretta Ortiz, que violaron las reglas al usar recursos públicos y sindicales para promocionarse. Ante la cantidad de candidatos y la desinformación sobre qué hace cada instancia del Poder Judicial, la mayoría de quienes votarán lo hará siguiendo instrucciones partidistas. En vez de jueces preparados con carrera judicial, tendremos jueces corrompidos por el crimen organizado, comprados por la oligarquía, o presionados por el partido/Gobierno.

La captura y el control partidista. Los ejemplos más obvios detrás de la elección son: a) que la presidencia de la Suprema Corte quede en manos de quien obtenga más votos, y este puesto se lo disputan la ministra Plagiaria y Lenia Batres; b) que el Tribunal de Disciplina Judicial -repleto de candidatos cercanos a Morena- evalúe la gestión de los jueces y pueda despedirlos sin apelación, lo cual incentivará obediencia, y sentencias favorables a intereses partidistas/gubernamentales; c) que la popularidad vía el voto sea el método de selección incentiva la movilización, el clientelismo y el acarreo por parte del partido que tenga la mejor capacidad para hacerlo. Hoy el partido mayoritario es Morena y usará al aparato del Estado para moldear una elección a modo. La diseminación masiva de acordeones con números predeterminados por la Presidencia y la presencia masiva de “observadores electorales” apócrifos lo constata.

La democracia distorsionada. Creo en la democracia participativa. Creo en la urgencia de mejorar la calidad de la justicia. Creo que muchos en México sienten -de forma legítima- que las instituciones no han funcionado para ellos y perciben la elección como una forma de deshacerse de un poder corrupto y elitista. Pero Morena busca injertar un adorno “más democrático” sobre un proceso que dinamita la democracia, politiza la justicia, y terminará coartando el crecimiento económico. No validaré una simulación disfrazada de voluntad popular. Y en cada boleta escribiré “farsa”, porque soy ciudadana, no cómplice.

Denise Dresser

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