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Cuidado: Nada indica que Trump se moderará

Trump ha comenzado el proceso de transición siguiendo su estrategia típica. Maestro en fabricar crisis.

León Krauze

Epicentro

El reciente intercambio entre Donald Trump y Claudia Sheinbaum ofrece una visión reveladora de las dinámicas que definirán la relación bilateral entre Estados Unidos y México en los próximos años. Más allá de la retórica, esta interacción proporciona un esquema de la estrategia de Trump y subraya la posición precaria en la que se encuentra el Gobierno mexicano, sobre todo si Trump, como todo parece indicar, pone en práctica su agresiva y amplia agenda de campaña en función de México.

Trump ha comenzado el proceso de transición siguiendo su estrategia típica. Maestro en fabricar crisis, Trump apuesta por inventar o exagerar un problema, presentarlo como una amenaza existencial y luego “resolverlo” para reforzar su imagen. La situación en la frontera es un ejemplo claro. Las aprehensiones de migrantes en la frontera Sur de Estados Unidos están en su nivel más bajo en cuatro años. Sin embargo, Trump se ha inventado una renovada urgencia y anunció un supuesto acuerdo con Sheinbaum para abordar una crisis inexistente.

Esta dinámica se repetirá ad nauseam durante los siguientes cuatro años. México será el villano conveniente, el chivo expiatorio perpetuo. Trump exigirá, amenazará y aplicará castigos según lo considere necesario. Cuando se hagan concesiones -y las habrá- anunciará “acuerdos” que lo pinten como el vencedor y al Gobierno mexicano como un aliado sumiso.

¿Hasta dónde y cómo estará dispuesto a llegar el Gobierno mexicano? La historia reciente no da para el optimismo. Durante el primer mandato de Trump, el presidente López Obrador cedió a las exigencias, particularmente en temas de migración. Estas políticas tuvieron consecuencias humanitarias graves. Nada indica que Trump, figura transaccional por excelencia, vaya a moderarse.

En este primer intercambio, la presidenta Sheinbaum parece operar bajo la esperanza de que Trump no procederá realmente con su agenda punitiva contra México. Es una apuesta arriesgada. Nada en la conformación del equipo, o en las declaraciones de Trump durante y después de su triunfo electoral, justifican la apuesta por la moderación. Su equipo de inmigración apoya de manera unánime estrategias punitivas, y sus asesores comerciales ven los aranceles como herramientas esenciales para la confrontación con China, México, Vietnam y cuanto actor internacional se oponga al proteccionismo del “America First”. Un ejemplo: De acuerdo con Axios, Trump le negó el puesto de representante comercial a su antiguo asesor Robert Lighthizer porque Lighthizer “tiene demasiado miedo de pensar en grande”.

Si “el personal es la política”, el equipo de Trump está diseñado para la confrontación.

En México también parece haber la esperanza de llegar a acuerdos preliminares que minimicen fricciones mayores. Quizá, el Gobierno calcula conceder en algunas áreas puntuales con bajos costos políticos en México -como lo hizo con los migrantes el sexenio pasado, ante la vergonzosa indolencia de la opinión pública mexicana- para sortear confrontaciones en otras esferas de la relación bilateral. Esto también parece ingenuo, sobre todo porque este Trump no es el mismo de 2016. Tiene menos restricciones, mucho más poder y un mandato claro -al menos en su opinión- para imponer una relación punitiva y dominante con México en varias esferas.

Esperar moderación de Trump es no entender su persona política. No tiene incentivos para suavizarse. Las políticas duras de inmigración y comercio son populares en Estados Unidos: Una encuesta del Pew Research Center de 2023 encontró que el 54% de los estadounidenses apoya una mayor aplicación de las leyes de inmigración en la frontera Sur. Trump hizo campaña desde un discurso primordialmente nativista y xenófobo. El electorado lo recompensó con la victoria. ¿Qué gana ahora siendo conciliador?

Por ahora, el Gobierno mexicano haría bien en advertir un cambio que podría servirle. A diferencia del 2016, México está bajo los reflectores. La prensa estadounidense está escrutando las respuestas y políticas de México como nunca. Los acuerdos y errores tendrán cobertura, y los pasos en falso serán costosos.

En este contexto, las conferencias matutinas, que definen la comunicación política en México, pueden ser un arma de doble filo. Ofrecen una plataforma para moldear la narrativa, pero también dejan espacio para errores e inconsistencias. Es fundamental que el Gobierno de Sheinbaum use esta plataforma de manera estratégica y prudente. El Gobierno mexicano deberá avanzar con cautela, navegando una delgada línea entre mantener la soberanía y apaciguar las demandas de Trump desde un firme compromiso con la verdad, la dignidad y, ahora sí, la protección de los más vulnerables.

León Krauze

@LeonKrauze

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