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La pausa

Así, como una pareja en problemas que no se atreve a romper, el presidente Andrés Manuel López Obrador decidió poner en “pausa” la relación con Estados Unidos.

Jorge  Ramos

Así, como una pareja en problemas que no se atreve a romper, el presidente Andrés Manuel López Obrador decidió poner en “pausa” la relación con Estados Unidos.

Hay muchas razones por el incremento de las tensiones entre ambos países, desde la detención del narcotraficante Ismael “El Mayo” Zambada hasta las declaraciones del embajador de Estados Unidos, Ken Salazar. Pero, en el fondo, todo esto ocurre por una sola razón: Que AMLO ya se va.

En Estados Unidos hay una frase dolorosísima pero muy cierta para definir a los presidentes que ya tienen sucesor pero que aún no entregan el poder. Les llaman “lame duck”. La traducción no es exacta, pero pudiera significar un pato débil o un pato cojo. En Estados Unidos esto se aplica al presidente luego de las elecciones de noviembre y antes del 20 de enero del siguiente año cuando toma posesión un nuevo mandatario.

En México no tenemos esa denominación porque nuestros presidentes suelen salir haciendo mucho ruido y algunos, incluso, dando patadas de ahogado. Basta mencionar la nacionalización de la banca en 1982 con el saliente presidente José López Portillo o la terrible crisis económica en medio del levantamiento zapatista cuando Carlos Salinas de Gortari dejó el poder en 1994. AMLO ha seguido esa tradición tan mexicana de tratar de gobernar hasta su último día. Se va como un Presidente fuerte y popular, pero que cedió, sobre todo en sus últimos días, a sus tentaciones autoritarias, acabando con los organismos autónomos que tan bien le sirvieron a la joven democracia mexicana y tratando de imponer una controversial y peligrosa reforma judicial.

Pero frente al último embate de AMLO, Estados Unidos y Canadá decidieron que ya no podían quedarse callados. Y en su cálculo, sin duda, estaba que el enojo presidencial no podría llegar más allá del 1 de octubre.

Luego vino la declaración que tomó a todos por sorpresa.

“La elección directa de jueces”, dijo el embajador estadounidense en México, Ken Salazar, “representa un riesgo para la democracia en México… Las elecciones directas también podrán hacer más fácil que los carteles y otros actores malignos se aprovechen de jueces inexpertos con motivaciones políticas”.

La preocupación de Estados Unidos con la elección directa, por votación, de unos mil 580 jueces y magistrados a nivel federal, es que esos jueces respondan a los intereses de Morena, el partido en el poder en México, y que crezca la corrupción, la impunidad y el control de los narcos en mexicano. “Las democracias no pueden funcionar sin un Poder Judicial fuerte, independiente y sin corrupción”, insistió el embajador Salazar.

Un deterioro de la violencia en México -donde han asesinado a más de 180 mil personas en el actual sexenio- afectaría la confianza de los inversionistas y las condiciones del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá. Por eso el peso anda tambaleándose tanto frente al dólar. Además, en esta era de globalización, es imposible prohibirles a los países que opinen sobre situaciones que les afectan, aunque éstas se den más allá de sus fronteras.

Pero AMLO lo ve de otra manera. “Ellos quisieran tener injerencia en asuntos que solo corresponden a los mexicanos”, dijo el Presidente al anunciar una “pausa” en las relaciones con las embajadas de Canadá y Estados Unidos. Una pausa que en términos diplomáticos es toda una novedad. “Mientras yo esté aquí no vamos a permitir ninguna violación a nuestra soberanía. Que entiendan que fue una imprudencia manifestarse como lo hicieron.”

La declaración del embajador Salazar rompió el acuerdo tácito que tenían ambos países; primero entre López Obrador y Donald Trump, y desde 2020 con Joe Biden. El acuerdo era que Estados Unidos no se iba a meter en los asuntos internos de México si los ayudaba a controlar el paso de indocumentados. Y todas las partes cumplieron… hasta ahora.

Con sus días contados como presidente, el alcance de AMLO está totalmente delimitado. Estados Unidos y Canadá están apostando al futuro, a una nueva y más franca relación con Claudia Sheinbaum, quien estudió en Berkeley, California, y habla inglés perfectamente. A estos dos países les preocupa exactamente lo mismo que a millones de mexicanos: La violencia desbordada y el casi nulo control del Estado sobre los grupos de narcotraficantes. Y decidieron hacer algo al respecto.

Es poco probable, por ejemplo, que la detención de Ismael “El Mayo” Zambada y su llegada a Nuevo México haya ocurrido sin el conocimiento o la participación de agencias de Estados Unidos. Aún falta mucho que contar.

Estados Unidos, es cierto, tiene una larga y triste historia de intervenciones en los asuntos internos de los países latinoamericanos. Pero, en este caso, el conflicto se da entre un Presidente fuerte que no oye y ya se va, y unos vecinos que están hartos de que no los oigan.

Estados Unidos y Canadá ya dijeron lo que tenían que decir y tienen el tiempo a su favor. Y están apostando por resetear sus relaciones con la nueva Presidenta. Ya saben que para terminar con la pausa basta apretar un botón.

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