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Los terrores de septiembre

El temor a transitar del ocio a la ocupación.

Jesús Canale

CRITERIO

Cada vez más personas manifiestan sentirse angustiadas, afligidas o atribuladas los domingos, sobre todo al acercarse el fin del día, y quienes han estudiado formalmente este fenómeno observan que ocurre así por el temor a transitar del ocio a la ocupación -trabajo, estudio, conflictos- del día siguiente lunes y los días que vendrán después. Es como una forma de miedo o ansiedad expectante. Ocurre, curiosamente, algo similar cuando las mayorías en nuestra región toman vacaciones, especialmente los escolares, universitarios, burocracia, etcétera, y con ellos alguna parte de sus familias, sucediendo que con frecuencia salen de viaje o excursión, visitan playas, amigos o familiares “al otro lado” o simplemente se dan vuelo en las pantallas varias horas al día, y resulta que para septiembre ya estarán todos de vuelta en sus rutinas, y qué tan común es que cuando están por regresar, desde mediados o fines de agosto, se perciben unos tensos y ansiosos o entristecidos, otros preocupados y malhumorados con un tono de ánimo parecido al del atardecer de los domingos y es así porque los retos y complicaciones que semanas atrás se veían lejos ahora los tienen a la vuelta de unos días. En algunos países de habla inglesa a esto se le conoce como “september scaries” que en español podría entenderse como los “miedos de septiembre”. Pues precisamente ayer me encontré con un artículo de una prolífica articulista, que por cierto lo ha sido de una treintena de revistas y diarios, y hoy lo es del New York Times, Elizabeth Angell, que antier publicó un artículo con el título “¿Sabes qué es el susto de septiembre?”, que lo explica como “una combinación de temor, pesar y anticipación que acompaña al final de una pausa comunitaria y el comienzo de un tiempo agitado y exigente”, resultado “en parte, de la fantasía colectiva del verano”. Por similitud creo que podemos decir que para el caso del domingo sería “la fantasía del fin de semana”, y cita textualmente la expresión de una sicóloga experta en el tema que dice “en el verano son los helados y la playa; las responsabilidades y la vida real son para septiembre”. Entre nosotros agosto suele ser el mes más dado al descanso, a la espontaneidad, y al ocio en sus diversas expresiones, no obstante, en muchos individuos surge el sentimiento culposo de que no aprovechamos bien el tiempo del descanso y se nos va -se nos fue- la oportunidad de distraernos mejor en alguna otra actividad, por ejemplo, ordenar diversos asuntos pendientes, aumentar el conocimiento de otro idioma, adquirir más habilidades de computación o de algún deporte, visitar familiares o amigos que habremos frecuentado poco, etcétera. Es la sensación de habernos nuevamente convencido de que “tempus breve est”, de que el tiempo es breve, se va rápido y con el agravante de que es irrecuperable. Vuelvo a Angell, que cita a la sicóloga cognitivo-conductual Amelia Amao que dijo “esperas que tu verano o tus vacaciones sean estupendos y luego resulta que no lo son” y tal desajuste de expectativas generan ansiedad y miedo por la tarea que, ya acumulada, llega y pega duro de nuevo. Aprovechar la experiencia es fundamental en esto y para no recaer en lo mismo en las próximas vacaciones (o el próximo fin de semana) habrá que organizarse, anticiparse y descomprimir los pendientes enfrentándolos gradualmente lo que puede resultar más efectivo y mitigar el agobio, el miedo y el sentimiento de culpa al final de agosto -o al caer el Sol del domingo- según el caso. La importancia de esto no es menor pues los ciclos de vacaciones, así como los de los fines de semana, se sucederán toda nuestra vida y si no hacemos algo las lamentaciones y “terrores” cíclicos también continuarán.

Una profesora de Ciencias del Comportamiento, Ayelet Fishbach, anotó “La gente piensa que el lunes es más fácil que el domingo: El domingo tenías miedo del lunes, pero el lunes es ya manos a la obra”. En el caso de nuestro tema hoy, lo dicho para el domingo vale para agosto y lo dicho para el lunes vale para septiembre.

Ignacio Almada Bay. De nuevo el historiador sonorense -navojoenseaporta información cabalmente documentada, esta vez en su recién publicado libro “Álvaro Obregón. Caudillo del pasado, espejo del presente” (portada en la foto); 464 páginas de reconocida pluma.

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