Paola y Kenya
Hoy el mayor deseo de Kenya es que la ley Buenrostro se replique en todo el País y para ello trabaja ya en varias entidades y seguro ocurrirá como efecto dominó.
Se pueden decir muchas cosas de Kenya Cuevas, como que es una incansable activista y defensora de derechos humanos, una mujer trans que lo da todo por su comunidad, un ser humano que vive con VIH desde los 13 años, una persona que fue privada de su libertad y que probó su inocencia, se pueden decir muchas cosas, pero quizás lo más relevante sea que es una amiga estupenda, tanto que lleva 8 años buscando justicia para su amiga Paola.
Kenya y Paola se conocieron en el 2008 cerca de la Plaza Garibaldi, en la CDMX.
Ambas eran trabajadoras sexuales. Paola venía de Chiapas. Se hicieron amigas pronto. Kenya me cuenta que en sus tiempos libres salían a comer juntas y que Paola era una amiga amorosa y muy empática. En 2016 Kenya vio cómo Paola fue asesinada por un cliente que le disparó a quemarropa poco después de subirla a su auto y enterarse que era trans. Kenya y otras trabajadoras sexuales detuvieron al agresor y lo entregaron a la Policía. Un juez liberó al hombre y desde entonces Kenya empezó el camino por la justicia.
México ocupa el segundo lugar del mundo en asesinatos de personas trans. Tan solo en 2024 suman 28 asesinatos de mujeres trans en el País, de los cuales 8 en la CDMX, de acuerdo con la organización Lleca-Escuchando la Calle. Hay un subregistro porque no existe a nivel federal el reconocimiento de transfeminicidios. Apenas el pasado 28 de julio el Congreso de la CDMX aprobó una iniciativa de ley que tipifica el delito de transfeminicidio. Nayarit fue el primer Estado en hacerlo y en ambos congresos el trabajo de Kenya y el de otras activistas trans como Natalia Lane y de organizaciones como Equis Justicia para las Mujeres fue fundamental. La ley en CDMX lleva el nombre de Paola Buenrostro.
La historia de la aprobación de la ley Buenrostro conlleva también el trabajo de muchas instituciones, activistas, legisladores y partidos. El primer antecedente quizás sea la histórica recomendación de la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México, que en febrero de 2019, con la llegada de Nashieli Ramírez a su presidencia, descongeló el caso que Kenya había llevado por la negligencia de las autoridades policiacas y de procuración de justicia de la CDMX desde 2016. La Comisión emitió una muy extensa y bien sustentada recomendación, que incluía un ofrecimiento oficial de disculpas por parte de la Fiscalía capitalina.
La entonces fiscal Ernestina Godoy ofreció esas disculpas en 2021. Ese mismo año, el diputado de Morena Temístocles Villanueva, sin duda el mejor legislador LGBT que hemos tenido en todo el País, presentó una iniciativa en el Congreso de la CDMX, pero la iniciativa fue congelada hasta que la presión de activistas y organizaciones, así como la aprobación de una ley similar en Nayarit, reactivó la discusión y aprobación de la ley.
La ley Buenrostro trae justicia a las víctimas de transfeminicidios y amplía el concepto de familia. Cuando asesinan a una persona trans comúnmente su familia de sangre no reclama el cadáver o si lo hace realiza un funeral con la identidad de género que le fue asignada al nacer a la víctima. Cuando los cuerpos no son reclamados por la familia directa terminan en fosas comunes. Kenya tiene muchas historias de cómo batalló para recuperar cuerpos de víctimas de transfeminicidios.
Las leyes de Nayarit y CDMX reconocen ahora a la “familia social”, amistades, vecinos o colegas, personas con vínculos estrechos con la víctima y le otorgan el derecho de reclamar el cuerpo y de tramitar el acta de defunción con el nombre y género de la persona trans. La ley también emite una sanción de hasta 70 años de prisión por el delito de transfeminicidio y reconoce las particularidades de la violencia que enfrentan las mujeres trans.
Hoy el mayor deseo de Kenya es que la ley Buenrostro se replique en todo el País y para ello trabaja ya en varias entidades y seguro ocurrirá como efecto dominó, como ha ocurrido con leyes como matrimonio igualitario, identidad de género y terapias de conversión. Kenya no deja de sonreír y de ser optimista. Como dice ella: Su mayor venganza es ser feliz.
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