Las giras del adiós
Una de las características de los regímenes populistas es el arribo al poder por los medios democráticos, aprovechando las garantías y prerrogativas que la libertad política otorga para conquistarlo.
Hoy la disputa se encuentra en la sobrerrepresentación, un fenómeno que deja en evidencia la vocación totalitaria del régimen, no hay elementos para pensar que la candidata triunfante advierta que en nuestro País casi la mitad de sus conciudadanos no votó por ella.
Una de las características de los regímenes populistas es el arribo al poder por los medios democráticos, aprovechando las garantías y prerrogativas que la libertad política otorga para conquistarlo.
Inmediatamente después, sin excepción, todos estos gobiernos buscan la anulación de la oposición y el uso de la fuerza del Estado para someterlos: Fiscalía, Unidad de Inteligencia Financiera, medios de comunicación gubernamentales y una feroz persecución orquestada por sitios afines con campañas de descrédito, “gusanos” en Cuba o “escuálidos” en Venezuela como ejemplo.
La estrategia descansa en recriminaciones absurdas como la de “traidores a la Patria”, la imputación de corrupción -nunca comprobada-, y la más usada por sus propagandistas, el temor de la oposición a “perder privilegios”, cuando ellos son los que gozan del privilegio más perverso, la impunidad.
Las declaraciones de la candidata triunfadora, sus nombramientos y declaraciones, confirman que la política nacional tendrá un mismo comportamiento, el cumplimiento irrestricto de los deseos y proyectos de López Obrador antes que la unidad o el reconocimiento de los adversarios.
La sabiduría del poder en México explica que después del triunfo del candidato, este se aparta a preparar su gabinete y administración, deja el espacio para que el mandatario saliente pueda finalizar sin contratiempos su periodo.
Se trata de iniciar otra etapa cerrando la precedente de forma definitiva, que los ciudadanos distingan y puedan crearse expectativas de cambio, hoy no es así.
Todo se trastoca, vemos una estructura que se sostiene por el líder del movimiento y su anuencia, los paseos de fin de semana más que ayudarla a ella demuestran que es él quien seguirá al mando.
Ella presume su fidelidad, lo elogia y se compromete a continuar su legado al final de cada acto, cuestiona a la oposición por sus demandas y ofrece como su principal política pública, las mañaneras.
Pulveriza antes de asumir el poder toda posibilidad de concordia, en un país que ha vivido una guerra verbal por seis años, una ofensiva protagonizada por un mandatario rijoso que no tolera los cuestionamientos.
Mientras se dan las giras de la alabanza y apología, las instituciones que brindan salud, educación, infraestructura, seguridad y todo lo que un Estado se encuentra obligado a cumplir están en un ocaso provocado por la incompetencia y la demagogia.
En salud, los brotes de tosferina aparecen como un negro augurio; en seguridad la irracionalidad de “abrazos y no balazos” es una ironía de trágicas consecuencias y los habitantes de zonas en conflicto como Sonora, empiezan su migración forzada, el narcotráfico fatalmente se ha convertido en un cogobierno; en educación los niveles de aprendizaje y evaluación se han ido a los suelos, presumen una Nueva Escuela Mexicana que es la suma de complejos, disparates y ocurrencias con desastrosas consecuencias a futuro.
La esperada relocalización de empresas se da en otros países no en el nuestro, esta administración contribuyó torpemente a la falta de energía eléctrica, realidad que nos deja fuera de competencia, sin este insumo los inversionistas se alejan.
Hoy el INE asigna esa sobrerrepresentación, niega el uso de su explanada a ciudadanos que anteriormente se manifestaban sin contratiempos, el órgano electoral pasa a ser un brazo ejecutor de los deseos del régimen, mientras, las giras y los panegíricos continúan.
La prolongación de la continuidad asegura una catástrofe irreversible.
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