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¿Y a quién le importa Francia?

Francia se ha ubicado en el imaginario colectivo mundial como la sede detonadora de los anhelos de democracia y libertades

Jesús Canale

Si no hubiera sido por el escándalo mediático tras el reciente debate entre Biden y Trump los resultados de las elecciones en Francia el domingo pasado fueran hoy el comentario puntero de la prensa mundial. Pero ¿a quién, acá, le importa Francia? A raíz de esta pregunta, que pudiera rondar en la mente de muchos mexicanos, es hoy oportuno retomar algunos hechos del país galo.

Francia se ha ubicado en el imaginario colectivo mundial como la sede detonadora de los anhelos de democracia y libertades, concretamente a partir de la Enciclopedia a mediados del s. XVIII. El papel de Francia en el desarrollo del pensamiento social contemporáneo de Europa, Occidente y del mundo en buena medida, es innegable; su participación en las dos guerras mundiales fue muy relevante para el desenlace y sigue haciendo historia en el escenario mundial en muchos aspectos.

Es, además y desde 1945, uno de los cinco países miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, junto a los Estados Unidos, China, Rusia y el Reino Unido. El último tema de Francia, de alcance internacional es que en la contienda por la representación de Francia en el Parlamento Europeo que se llevó a cabo el mes pasado, el partido del presidente Emmanuel Macron (foto adjunta) sufrió una severa derrota por parte del partido Agrupación Nacional -calificado de extrema derecha, aunque sus líderes rechazan esa calificación y se presentan como una derecha moderada- de manera que Macron vio amenazada la estabilidad de su gobierno y en consecuencia disolvió el Parlamento, que en Francia es atribución del Presidente poder hacerlo (nomás no hay que dar ideas) por lo que convocó a elecciones anticipadas para los ocupantes a los 577 escaños de la Asamblea Nacional (equivalente a nuestra Cámara de Diputados) que corresponden al mismo número de distritos electorales.

Resultó, pues, que la derecha francesa obtuvo en la elección del pasado domingo el 33.5% de los votos y dejó a la zaga al movimiento macronista, de centro, en un indeseable tercer lugar con el 20.7% de los votos quedando los movimientos de izquierda (socialistas, comunistas y verdes) en segundo lugar con el 28%.

Mañana domingo se llevará a cabo la segunda vuelta de votación. Si el macronismo vuelve a perder, el gobierno de Macron tendrá que cohabitar con alguna o algunas de las otras fuerzas políticas lo que dejará al Presidente con las manos a medio amarrar. Las apuestas señalan como poco probable un resultado favorable a Macron en tanto que apuntan a una reafirmación del partido Agrupación Nacional, presidido por Marine Le-Pen (foto adjunta), que por cierto perdió en las tres elecciones previas -2012, 2017 y 2022-, en las dos últimas contra Macron.

Si mañana Macron no resulta favorecido y el gobierno es compartido, entonces los planes del macronismo, que había tendido ya lazos con los gobiernos de otros países europeos, Ucrania y algunos sitios de fuera del continente, quedarían vulnerables significando otro dolor de cabeza para unos y una oportunidad para otros.

El tema incluye los capítulos económico, militar y de presencia internacional de Francia que podrían quedar desdibujados y, lógicamente, lo que pueda suceder al interior del mismo país con toda la cauda de efectos secundarios como la inmigración (la derecha endurecería el rechazo a los migrantes), las asociaciones militares (no está claro qué presiones ejercerían la derecha y la izquierda, cada una por su lado, para ladear los entendimientos del centrismo francés actual con las grandes potencias y la OTAN; cómo quedarían los convenios comerciales, informáticos, educativos y tecnocientíficos con otras naciones; qué pasará con la suscripción a ciertos acuerdos internacionales en buena medida surgidos en unas décadas de mayor intensidad anti-nazi y, de manera muy importante, el riesgo del surgimiento del antisemitismo por la derecha radical en uno de los momentos menos oportunos para el mundo contemporáneo.

No sé si las ideologías polares sean necesarias, pero está claro que son muy peligrosas. Un buen centro, que sepa voltear también a los lados es lo más seguro. Lógico.

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