¡Alcemos la voz!
¡Cada pueblo tiene el Gobierno que se merece!
¡Cada pueblo tiene el Gobierno que se merece!
En nuestras conversaciones recurrentes escuchamos alabanzas, quejas, señalamientos, denostaciones, acusaciones, así como cierto grado de frustración y desesperanza con la situación actual y nuestros gobernantes. No hay distinción entre Federación, Estado o Municipio, o entre poderes: La evaluación ciudadana sobre la intencionalidad y competencia de gobernantes es baja.
Ausente en la conversación de cómo llegamos a este desvarío, con un juicio negativo de los resultados de nuestra democracia en construcción, la introspección del quehacer ciudadano sobre nuestro actuar. Esta frustración social no encuentra en la oferta y discurso público alternativas de solución, mucho menos el hilo conductor para iniciar el camino de salida de este enredo en el que nos encontramos.
La respuesta es sencilla: Seamos ciudadanos responsables ¡alcemos la voz! Hay que participar, proponer, cuestionar, evaluar, escuchar, reconvenir, y sobre todo romper ese pacto de silencio colectivo que ha permitido hasta hoy salirse con la suya, con las alforjas llenas, a nuestros gobernantes.
No hay que dejarse engañar por quienes elocuentemente buscan vendernos una radiografía del presente anclado en un pasado glorioso inexistente, mucho menos por promesas imposibles de cumplir, por mas seductoras que estas sean.
Una visión sin metas específicas es un sueño. Metas sin plan de ejecución sólo representa buenas intenciones. Planes sin presupuesto son un engaño, inevitablemente conducen al fracaso y eventual repudio de quienes desde el púlpito de poder los impulsan sin tener los medios para concretarlos.
Por supuesto que afirmo que el tener una gran visión de futuro es importante, así como lo es generar entusiasmo compartido sobre dicha visión, simplemente sostengo que una ejecución impecable de los planes puntuales es igual de importante.
Urge generar entusiasmo compartido sobre el rumbo del País, una ambición de dar un salto al futuro que rompa la espiral descendente en la que se encuentran los indicadores de seguridad, economía, salud, educación, combate a la corrupción, humor social y polarización.
El negar la realidad conduce a metas inalcanzables. Es necesario prever el despliegue necesario de recursos humanos, materiales y financieros, proveerlos, dado que de no hacerlo así el fracaso es inevitable, generando un juicio aún más negativo de los depositarios temporales del poder público.
No obstante mi optimismo sobre el futuro, no comparto la visión de mundo de aquel personaje de Voltaire, Cándido. De igual forma creo que es insostenible la narrativa diaria del Presidente, gobernadores y alcaldes en su papel del doctor Pangloss, que a diario enunciaba que “vivimos en el mejor de los mundos posibles” y “que todo sucede para bien”. Mi optimismo no es el optimismo de Leibniz, no obstante reconocer su genialidad.
Sólo partiendo de una evaluación auténtica sobre capacidades se puede proceder a transformar la realidad del País; contrario a lo que sostiene el Presidente, el gobernar sí tiene ciencia y se requiere el 100% de competencia en los servidores públicos, además de honestidad, honestidad que por cierto transita por no asumir cargos para los cuales no se es competente o no se cumple con los requisitos de ley.
Esta semana el Presidente dio un pequeño paso en el camino de aceptar la abrumadora realidad, al reconocer que sí hay corrupción, para luego acotar que ésta es menor que en el pasado. Un Presidente tiene la obligación sobre el presente y generar un mejor futuro, por lo cual dicha acotación está fuera de lugar. Inevitable aceptación ante las revelaciones que han desnudado a la Secretaría de la Defensa Nacional, mostrándola tal cuál es.
Las Fuerzas Armadas están en el umbral de una crisis institucional ante el comportamiento de la cúpula militar, que como evidenciaron ante el Senado, el silencio es lo suyo, mudos y parte de la escenografía.
General y Almirante, ante su cercanía al poder político y presupuestos crecientes, discrecionales y opacos, han emprendido el vuelo desafiante de Ícaro para acercarse al Sol… el desenlace es inevitable.
Es deseable ante esta nueva realidad el legislar sobre la conveniencia de mandos civiles al frente de la Secretaría de la Defensa y Marina; la opacidad institucional -declarando hasta el más mínimo contrato reservado argumentando seguridad nacional- ante la transparencia sorpresiva, es insostenible… la cúpula militar es reflejo de lo que sucede en el resto del Gobierno.
En Puerto Peñasco se llevó a cabo la Gran Carrera de Desierto con distancias de 75, 50, 25 y 10 kilómetros. Una organización impecable con un gran entusiasmo de los corredores, teniendo como punto de partida un rancho cinegético donde amablemente nos atendió don Enrique Salcido Anguamea, correspondiendo a Celida López dar el banderazo de salida.
Por mi parte, agradecimiento a los organizadores, autoridades y voluntarios que hicieron esta experiencia inolvidable, esperando se repita el próximo año.
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