El Ángel que se fue
“Los hombres grandes son sencillos, los mediocres ampulosos”. Jaime Luciano Balmes

“Los hombres grandes son sencillos, los mediocres ampulosos”. Jaime Luciano Balmes
Concluyendo el “Domingo de Resurrección” y las festividades inherentes a tan importante día, Francisco se fue. Como si se tratase de una tarea que debía terminar antes de partir. Así concluyó su labor de poco más de 12 años. Algunos creemos que llegó tarde a esa misión, pues le quedaba mucho más por hacer, sin embargo, el “establishment”, le impidió ir más rápido en las reformas que tenía planeado realizar para hacer más accesible y moderna a la Iglesia Católica. El tiempo lo dirá.
Desde su arribo a esa posición, me recordaba tanto a Juan Pablo I, el cual también inició una verdadera transformación, desde el primer momento al negarse a usar la “silla gestatoria”, que era esa vieja costumbre de sacar en hombros en una silla de oro al nuevo jerarca de la iglesia, como si se tratara de un auténtico monarca al estilo del propio Luis XIV de Francia, el llamado Rey Sol. Juan Pablo I eligió como lema de su papado la expresión latina Humilitas (“humildad”), cuestión que se notó al rechazar la figura de la coronación con todo y tiara papal, actuando en contra de lo prescrito por la Constitución Apostólica Romano Pontifici Eligendo, promulgada por Pablo VI en 1975.
Francisco por su parte, eligió desde su inicio vivir en la Casa de Santa Marta que es donde se hospedan los sacerdotes que visitan el Vaticano, renunciando así a vivir en el Palacio Apostólico Vaticano usado por los papas desde Pío X (1903). El automóvil en el que se movía fue un compacto del que con trabajos se podía subir y bajar, dejando atrás las lujosas limusinas.
Fueron tan parecidos con Albino Luciani, (Juan Pablo I), pues durante su época como patriarca de Venecia, solía visitar a los enfermos y a las personas con discapacidad sin avisar de su llegada, lo cual sorprendía a todos los empleados. Acostumbraba subirse en su bicicleta para visitar hospitales, pero también recorría los pueblos alejados para platicar los curas de esos lugares y para tratar los problemas específicos de sus curatos.
David Yallop escribió un libro por demás interesante que tituló “En el nombre de Dios”, en el que analiza todos los detalles que envolvieron la extraña muerte de Albino Luciani, el cual pudo lograr, al igual que el Papa Francisco, una auténtica modernización de la iglesia católica, pero los intereses fueron tan fuertes que, después de 33 días de pontificado encontró la muerte en condiciones extrañas por decir lo menos.
Con el arribo de Juan Pablo II, se cerró toda posibilidad de continuar con las ideas reformistas del antecesor y que decir de Benedicto XVI que venía de ser el teólogo y principal asesor de Wojtyła y Titular de la Congregación para la Doctrina de la Fe.
Seguramente que en el cielo estarán de fiesta al encontrarse estos 2 reformadores que quisieron cambiar la vieja estructura eclesiástica, el primero no lo logró y el segundo, le faltó más vida y más aliados para romper las viejas y anquilosadas formas de administrar a la Iglesia Católica.
Ojalá que el sucesor de este gran “Ángel”, continúe por el camino de la sencillez y facilite que regresen a las filas de la iglesia católica, tantos fieles que hoy, por sus preferencias sexuales o por ser divorciados vueltos a casar, tienen que estar lejos de la iglesia.
*El autor es asesor empresarial en cabildeo.
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