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Tipos de gentileza

Dir. Yorgos Lanthimos

Manuel  Ríos Sarabia

Continuando 2024, con lo que se está convirtiendo en el año en que el cine volvió a ser cine, en tanto que ha habido multitud de producciones filmadas con película; Yorgos Lanthimos vuelve a las pantallas casi inmediatamente después de su éxito (galardonado y comercial) Pobres Criaturas, que lo convirtió en un cineasta del “mainstream”.

A pesar de su temática, Pobres Criaturas fue tanto literal como figurativamente la película Disney de Lanthimos, por lograr apelar a un público mucho más amplio que el resto de su filmografía.

Con Tipos de Gentileza, el director regresa a su territorio usual para presentar un tríptico sobre la naturaleza, y la miseria, humana. La cinta de casi tres horas está dividida en tres historias vagamente ligadas por la aparición de un personaje circunstancial, mismo que da nombre a cada relato. Emma Stone, Jesse Plemons y Willem Dafoe interpretan a distintos personajes en cada historia.

Volviendo a colaborar con el director de fotografía Robbie Ryan (La Favorita y Pobres Criaturas), y filmando en 35 mm, Lanthimos retoma el naturalismo de sus primeras obras (después del excesivo artificio de Pobres Criaturas) y el lenguaje kubrickiano que lo caracteriza, con largos y lentos dollies, steadycam, luz natural, y el uso del gran angular.

El primer relato encuentra a Robert (Plemons), un ejecutivo que sigue las órdenes de su jefe/amante, Raymond (Dafoe), al pie de la letra, por más absurdas y extremas que estas sean, incluyendo matar a otro hombre, lo cual sobrepasa el límite de Robert, por lo que decide declinar, lo cual tendrá consecuencias negativas en su matrimonio y su lujoso estilo de vida.

En la segunda historia, Daniel (Plemons) es un policía sufriendo la desaparición de su esposa Liz (Stone) en el mar. Ante su inesperado retorno, Daniel comienza a sospechar de ella, lo cual conduce a una serie de abusos con funesto final.

La última historia sigue a un par de miembros de un culto sexo/religioso, Emily (Stone) y Andrew (Plemons), en busca de una especie de virgen santa, con la capacidad de resucitar a los muertos.

Las tres fábulas, coescritas por Lanthimos y Efthimis Filippou, cuentan con las características de siempre: relatos desesperanzadores y claustrofóbicos en que los peores aspectos de la conducta humana son expuestos a la luz. La sensación de incomodidad permea cada fotograma, aunada a un inasible sentido del humor que libera la constante e insoportable tensión de tiempo en tiempo.

El retorno al estilo de actuación acartonado y ridículo, representativo de Lanthimos, por momentos incrementa la sensación de pavor y en otros convierte los trágicos dioramas en hilarantes escenas salidas del más psicotrónico Paul Morrissey.

Como toda fábula que se precie de serlo, el tríptico brinda obscuras moralejas que advierten los peligros de las interacciones humanas en sus distintos aspectos: el intercambio sexual/comercial, la intimidad de la pareja, el fanatismo en la religión, y los inevitables abusos que se cometen en cada una.

Convirtiendo los temas en historias de absoluto terror, Lanthimos enciende las sirenas a todo volumen y del más brillante carmesí para demostrar que el ser humano es la criatura más peligrosa sobre el planeta. Un siniestro manipulador, oportunista, depredador, que siempre se empatará con débiles e ingenuas víctimas, presas, que complementan mutuamente sus retorcidas naturalezas.

El humano, esa extraña criatura, capaz de cometer actos impensables por dinero y comodidad, de autodestruirse en aras de una relación emocional malentendida, de abandonar familia y entorno, y hundirse en la depravación ajena, en búsqueda de una prometida, e inexistente, luz celestial.

Sólo algunos de los tipos de gentileza que expone Lanthimos en una de las mejores películas del año.

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