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Cuckoo

Dir. Tilman Singer

Manuel  Ríos Sarabia

Como se ha visto durante su primera mitad, el 2024 será recordado como un año dorado en el cine de horror. Además de cintas interesantes y valiosas dentro del género, también se ha generado una especie de moda entre directores millenials por crear películas que juegan con su espacio temporal, utilizando una estética, tanto fotográfica como en diseño de producción, que hace de la época en que se desarrollan las historias algo muy ambiguo. Fuera del uso mínimo de teléfonos celulares, estas películas podrían desarrollarse en los sesenta, setenta u ochenta (Immaculate, Longlegs, Cuckoo).

Tilman Singer se concentra específicamente en el cine italiano de las décadas mencionadas, con especial énfasis en Phenomena (Dario Argento, 1985) y la obra de Fulci, Margheriti e incluso el spaghetti western. Todo huele a eurotrash, de la mejor forma posible. Filmada en 35 mm con bajo contraste y un estupendo soundtrack que, de igual forma, cita a la música de sintetizador de antaño, compuesto por el mismo Singer, con temas que evocan a Slowdive y otros grupos shoegaze de los ochenta/noventa.

Una familia llega a un hotel en medio de los Alpes alemanes, del cual serán desarrolladores/inversionistas, ahí son recibidos por el siniestro dueño del lugar, Herr Konig (Dan Stevens). Gretchen (Hunter Schafer), la hija mayor de la familia, no está contenta por el cambio, ni con su convivencia con la nueva esposa de su padre y su pequeña media hermana Alma. Schafer (de 25 años) interpreta a la perfección la torpeza e incomodidad corporal y psicológica de una introvertida adolescente, refugiada en su música, que es forzada a mudarse, sin su madre, a un lugar remoto y desconocido.

Lo anterior suena innegablemente similar a la premisa de Phenomena, lo cual no es casualidad. La diferencia evidente es que, Singer, dentro de una trama absurda y fantástica, como la de Argento, incorpora a un personaje sumamente creíble y relacionable, Gretchen.

Con tan solo un largometraje anterior, Singer demuestra un impresionante dominio del medio, por un lado, replicando a sus influencias, y por otro, implementando nuevos métodos narrativos altamente efectivos. Su uso de la música diegética es impecable, ya que además de ser una herramienta narrativa, en momentos se convierte en instrumento de defensa propia, a manos de Gretchen.

La trama, más allá de sus elementos surreales y absurdistas, sigue una de las fórmulas del terror, en que los adultos no le creen a la adolescente lo que en realidad está ocurriendo, e incluso ésta es “gaslighteada” por las autoridades, que en realidad son parte del nefario plan que se está llevando a cabo, el cual involucra a una especie críptida/híbrida (cuculidae) y las intenciones de Herr Konig por preservarla/reproducirla.

Uno de los mejores elementos que maneja Singer es un poder “sobrenatural”, un grito sónico que afecta la percepción temporal de quien lo escucha, generando la impresión de un bucle en el tiempo, donde los sucesos se repiten una y otra vez, además del daño físico generado por el insoportable impacto sonoro.

Entre los guiños afectuosos de Singer se pueden contar el aspecto del antihéroe Henry (Jan Blutthart) físicamente casi idéntico a Hugo Stiglitz en Terror en la ciudad contaminada (Umberto Lenzi, 1980), el balazo ahogado en una almohada, que prende en llamas (El Padrino), la cámara lenta de un infante corriendo hacia la cámara (Ciudad de los muertos vivientes), y un enfrentamiento mexicano típico del spaghetti western.

Por su estilo, su estética, su demencial trama y sobre todo por la excelente Hunter Schafer como la más ruda de las final girls, Cuckoo se convierte en una de las cintas de terror imperdibles del año.

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