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El Imparcial / Sonora / Arivechi

Arivechi, sitio de calaveras

Relatan  que los cadáveres de los soldados caídos fueron lanzados al pozo de la escuela primaria, tras una batalla durante la Revolución Mexicana.

Arivechi, sitio de calaveras

ARIVECHI, Sonora.- Alrededor del año de 1913, Pascual Orozco, quien formaba parte de los rebeldes que se enfrentaban en la Revolución Mexicana contra el Gobierno, dirigió a sus hombres hacia Arivechi, donde ganó una batalla más contra los federales. 

Desamparados, unos 65 oficiales enfrentaron a casi mil 600 efectivos de las fuerzas que buscaban derrotar al Gobierno, justo en la entrada del pueblo de Arivechi, enclavado en la zona serrana del Estado de Sonora.

Cuenta la memoria popular que para borrar la evidencia de la batalla, narrada por el ex alcalde del pueblo, don Guillermo Cruz García, que los cadáveres de estos soldados fueron lanzados al pozo de la escuela primaria del lugar, el cual después fue sellado.

“La historia dice que en la noria de la escuela, ahí fueron sepultados los caídos, de hecho a los mismos hijos de estos soldados les tocó sepultar a sus familiares, los echaron al pozo y lo taparon, es una anécdota muy sentida aquí”, relató.

 

 

VILLA EN TARACHI 

Después, quedó en la memoria del poblado el paso de uno de los jefes más reconocidos de la Revolución Mexicana que inició en 1910, Francisco Villa, que derrotado de una batalla, descansó en Tarachi, una comunidad de Arivechi para seguir su paso hacia Chihuahua.

El ex presidente municipal señala que este municipio sonorense, fundado en el año 1627 como una misión religiosa, y cuyo nombre significa “lugar de la calavera”, significado del dialecto de los ópatas, es un sitio tranquilo donde uno de sus principales atractivos es el kiosco de su plaza principal.

“Siendo gobernador Samuel Ocaña (originario de Arivechi), y en base a sus vivencias cuando estuvo en la Ciudad de México, lo mandó construir, es una réplica de un kiosco ubicado en Santa María la Ribera y es de estilo morisco”, contó.

Ubicado en la parte Norte de la plaza, frente a la iglesia de Santa Rosalía, el kiosco fue construido por un artesano poblano de apellido Gutiérrez, mismo que edificó el de la capital del País, quien traslado hasta Arivechi toneladas de acero y lo edificó junto con 15 obreros, alrededor del año de 1980.

 

EN EL OLVIDO 

El monumento, una de las principales atracciones turísticas y orgullo del poblado, presenta actualmente problemas de moho en el metal y maltrato general de sus vitrales ubicados en la cúpula, debido al escaso mantenimiento que se le da.

Arivechi enfrenta ahora una pérdida de su población y un desinterés generalizado de sus jóvenes por aprender oficios tradicionales que se van terminando, como la elaboración de quesos, y utensilios de hoja de palma, entre otros.

“Hemos perdido población constantemente, la gente se comenzó a ir desde que crearon las presas y se abrieron los valles de Hermosillo y el Yaqui”, detalló, “lo que hicieron fue expulsar gente porque las venas que surten los valles van de aquí y esto se abandonó acá”.

Don Guillermo Cruz concluyó que hay una necesidad apremiante de que a Arivechi, como al resto de los municipios de la zona se les inyecte inversión productiva, donde se generen empleos y riqueza, pues de no hacerlo están destinados a desaparecer. 

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