Los pies deshechos y el sueño intacto
Un recorrido de cuatro meses desde El Salvador a la frontera con Estados Unidos realizaron Ángel y María, en busca de una mejor vida.

NOGALES, Son.- Víctimas de un secuestro, con el estómago vacío durante días y la rodilla de su esposa fracturada, testigos de múltiples delitos, manifestaron que sólo el amor y la fe de un matrimonio salvadoreño les mantuvo firme su sueño de buscar una mejor vida fuera de su país.
Contra toda probabilidad, el matrimonio de Ángel y María Rodríguez (nombres ficticios por seguridad de las personas) logró sobreponerse a muchos obstáculos para poder arribar a la frontera, a la que llegaron cuatro horas tarde, por lo que perdieron la cita programada con la entonces aplicación del CBP One.
El matrimonio salvadoreño narró que se vio obligado a abandonar su país por las aún existentes pandillas de El Salvador, que exigían dinero y alimentos para grupos delictivos a cambio de dejarles vivir, por lo que tomaron la difícil decisión de abandonar su hogar.
Nosotros teníamos un restaurante cerca del centro histórico de San Salvador, donde nos iba muy bien; lamentablemente, las pandillas comenzaron a extorsionarnos, al grado que ya fue insostenible para nosotros vivir así.
“Fue por eso que tomamos la decisión de dejarlo todo y buscar un nuevo comienzo, aunque debo confesar que nunca nos imaginamos todo lo que sufriríamos en nuestro trayecto hasta acá”, mencionó la salvadoreña.
El matrimonio de mediana edad dejó en El Salvador a su hijo menor, de 26 años, quien se prepara para ser pastor evangélico, y a la madre de la esposa, quien no pudo emprender el largo viaje. Los otros dos hijos del matrimonio viven fuera del país centroamericano.
TRAVESÍA POR MÉXICO
El 16 de septiembre del 2024, el matrimonio emprendió el largo viaje al Norte con una mochila en los hombros de cada uno y con muchos sentimientos encontrados por dejar a sus familiares y la tierra que los vio nacer.
El 5 de noviembre del mismo año, a las 6:00 horas, los esposos salieron acompañando a una caravana de 5 mil migrantes desde la plaza Bicentenario de Tapachula, Chiapas, ya que su condición económica no les permitió pagar a un “coyote” que los transportara a la frontera.
Después de emprender el viaje a pie, al tercer día, mientras atravesaban una zona de ríos, María se tropezó y se fracturó la rodilla, y con todo y el dolor, logró incorporarse y continuar la caminata por varios días más, hasta llegar a Oaxaca.
“Hubo días en los que ya no soportaba más y le decía a mi esposo que ya nos entregáramos a migración, pero al día siguiente, Dios renovaba mis fuerzas y continuaba caminando.
Mi esposo me amarraba unas vendas y en cada pueblo buscábamos una inyección para soportar el dolor; me dijeron que si me llevaban a un hospital, corríamos el riesgo de ser deportados, y yo no quería regresar a El Salvador”, comentó la mujer.
María dijo que un día en el que no habían comido ni bebido nada, el dolor de su rodilla era insoportable. Mencionó que estuvo a punto de rendirse, pero que una niña de aproximadamente 5 años, que viajaba descalza con su familia costarricense, le tomó el hombro y le dijo que no se rindiera. En ese momento retomó las fuerzas para seguir avanzando.
EL SECUESTRO
Al continuar la caravana a pie, llegaron a Escuintla, Chiapas, donde murió un haitiano de 34 años de un paro cardíaco provocado por el enorme esfuerzo físico. Sin embargo, fue en dicho municipio donde presenciaron el secuestro de un grupo de venezolanos, a quienes nunca más volvieron a ver.
Una de las personas de ese grupo que se llevaron regresó. Dijo que les pedían dinero para dejarlos vivir; la mujer nos dijo que ella pudo pagar con ayuda de familiares. Sin embargo, mencionó que el resto habían sido ejecutados”, comentó Ángel.
El matrimonio también relató que en ese mismo pueblo, el grupo armado que se llevó a los venezolanos violó a una mujer frente a su esposo, lo que dejó consternado a todo el grupo que viajaba en la llamada “Caravana del 5 de noviembre”.
En Santo Domingo, Oaxaca, el matrimonio fue secuestrado por un grupo de personas que, con engaños, los subió a una camioneta y los llevó a una zona despoblada, donde los retuvieron a la fuerza y les exigieron dinero.
La mujer relató que al siguiente día, por inspiración divina, tomó su maleta junto a su esposo y tres hondureños más, y se escaparon del lugar en el que los tenían retenidos. Pasaron por un punto donde se encontraban agentes de migración, quienes no les impidieron seguir avanzando.
Yo sé que en ese punto fue Dios quien nos sacó de ese lugar, pues simplemente tomamos ese paso de fe y comenzamos a caminar hasta llegar al próximo pueblo, donde pasamos la noche en un refugio alquilado con la venta de un teléfono de uno de nuestros acompañantes”, mencionó.
EN AUTOBÚS Y EN TREN
Los esposos y sus acompañantes lograron llegar a Las Salinas, Oaxaca, donde permanecieron una semana durmiendo en una explanada junto a otros migrantes que habían logrado llegar hasta ese punto. Según sus testimonios, llegaron autoridades de migración para ofrecerles un salvoconducto hasta México.
De acuerdo con sus declaraciones, un aproximado de 300 personas abordó cinco autobuses que los llevaron hasta Veracruz, donde por la madrugada los hicieron descender en la carretera, antes de llegar al municipio de Acayucan.
Los migrantes, en la ahora reducida caravana de 300 personas, caminaron por dos horas hasta llegar al pueblo, donde improvisaron un campamento en una cancha para poder dormir y descansar.
Después de permanecer tres días en un albergue, el grupo se fue a Coatzacoalcos, Veracruz, para abordar el tren y continuar su viaje hasta la Ciudad de México, donde el matrimonio relata que vivieron experiencias extremas que los llevaron al límite de sus capacidades.
“Primeramente me costó mucho subir a mi esposa al tren por su rodilla, ya que iba andando y como pude la subí, primero las mochilas y luego ella; sin embargo, casi me quedo porque se me acabó el aire. Afortunadamente logré aferrarme a una escalera y así abordamos el tren.
Pasamos tres días y tres noches horribles, sin agua y sin comida, en medio de la nada. Verdaderamente fue muy difícil para nosotros vivir ese proceso sin probar un solo alimento por días”, comentó Ángel entre lágrimas.
LLEGADA A CDMX
Los salvadoreños llegaron a la Ciudad de México el 12 de diciembre, donde fueron asistidos por personas de la ciudad, quienes les ofrecieron un trabajo temporal y un lugar para rentar, hasta que les notificaron que tenían cita por la aplicación CBP One.
“El 28 de diciembre nos salió la cita en la aplicación del CBP One, por el puerto de Nogales, por lo que nos preparamos para juntar un poco de dinero y dirigirnos a la ciudad fronteriza.
La cita nos salió para el 18 de enero del 2025 y pues nos pusimos muy contentos, trabajamos para juntar dinero para nuestros pasajes y todo parecía que saldría mejor”, comentó la mujer.
EL ÚLTIMO GOLPE
El matrimonio entusiasta tomó un primer autobús a Torreón, para posteriormente abordar uno más que los llevaría directo a la ciudad de Nogales. Pero en el camino recibieron un duro golpe por parte de la Guardia Nacional.
No sé en qué punto nos bajaron del autobús oficiales que traían en el uniforme la leyenda de ‘Guardia Nacional’, quienes nos dijeron que la documentación que teníamos era falsa y que no podíamos seguir avanzando al Norte.
“Les suplicamos que nos dejaran avanzar, que teníamos la cita y no podíamos perderla. Esto no les importó y nos bajaron del autobús. Cuando se dieron cuenta que decíamos la verdad, nos dejaron abordar el siguiente camión, pero perdimos la cita”.
Los salvadoreños llegaron a la garita Dennis DeConcini cuatro horas tarde, y al acercarse a las autoridades estadounidenses, les dijeron que ya no se podía hacer nada, por lo que quedaron varados en Nogales.
NUEVA ESPERANZA
Ante la desilusión, los migrantes encontraron un rayo de esperanza gracias a la Cruz Roja Mexicana, especialmente a Guadalupe González Bucio, coordinadora del área de Socorros y Punto Focal en Atención a Migrantes, quien los acogió como familia.
“Lupita nos brindó atención por la lesión en la rodilla, pero con el trato se convirtió en un ángel para nosotros, pues nos ha acompañado durante todo este tiempo.
“Ella nos canalizó al albergue en el que nos encontramos desde hace 5 meses y nos está ayudando, junto con la coordinación de la Cruz Roja Nacional, a buscar asilo político en México, pues no podemos regresar a El Salvador”, dijo.
Los esposos han sido rechazados en dos ocasiones por el Instituto Nacional de Migración, quienes les han argumentado que de momento no se puede avanzar con los trámites para extranjeros que deseen residir en el país. Sin embargo, la Cruz Roja Mexicana ha mediado por el matrimonio.
De acuerdo con los salvadoreños, se están realizando gestiones para poder regularizar su estancia legal en el país, por lo cual, el matrimonio sueña con poder empezar de nuevo y poder, algún día, reunir una vez más a su familia en suelo nogalense.
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