Dedica vida a servir y socorrer al prójimo desde la Cruz Roja
Rosa Guadalupe González Bucio es reconocida por sus 30 años de trayectoria
NOGALES. “Desde que pisé las instalaciones de la Cruz Roja a los 8 años, supe que quería dedicar mi vida al servicio de los demás”, expresó Rosa Guadalupe González Bucio, quien recién recibió un reconocimiento en Ginebra, Suiza.
Con 30 años de trayectoria en la Cruz Roja Mexicana, la ahora coordinadora del área de Socorros y Punto Focal en Atención a Migrantes, Guadalupe González Bucio, es un ejemplo de pasión y empatía por los más vulnerables.
Lupita, como le llaman sus compañeros y amigos, nació en la fronteriza ciudad de Nogales, y desde los 8 años, con el consentimiento de sus padres, ingresó a la Cruz Roja Mexicana, como voluntaria en el área juventud (que es donde se prepara a jóvenes para ser socorristas).
Recuerdo que marcó mi vida un momento específico, fue cuando presencié a unos paramédicos luchar con todas sus fuerzas para salvarle la vida a una persona accidentada, en ese precioso momento, anhelé poder hacer lo mismo algún día”, recordó la socorrista.
SU PRIMERA COMISIÓN
Lupíta, quien a los 9 años ya había sido comisionada a contestar la radio en la estación de la Cruz Roja, recibió la oportunidad de trabajar para la institución 9 años después (a sus 18 años).
“A mí me encantaba estar contestando la radio, pero cuando recibí la oportunidad de trabajar no lo pensé dos veces y de inmediato di el sí, de todos modos, me pagaran o no, yo ya había decidido dedicar mi vida a esto”, expresó emotivamente la socorrista.
Entre las miles de historias acumuladas en los años de servicio, Lupita González resalta la que vivió con una migrante salvadoreña de nombre Tania, con la que vivió un proceso de más de seis meses hasta su conmovedor desenlace.
“El caso de Tania me conmueve especialmente, ya que nosotros la recibimos en tiempos de Covid, cuando la recibimos todos los diagnósticos eran adversos, al grado de permanecer entubada varios meses."
“Todos los días íbamos a verla, nos turnábamos los compañeros y yo, y le hablábamos; al mismo tiempo manteníamos comunicación con sus padres e hijos, que por situaciones económicas no podían venir”, comentó Lupita.
En el largo procesos de recuperación, y ante todo pronóstico, la migrante abrió los ojos y fue un momento de mucha felicidad, relató, pues Tania se había convertido en parte de su familia.
“Imagina lo que sentimos cuando abrió sus ojos, estábamos muy felices y emocionados, hicimos una videollamada con su familia en El Salvador y nuestras emociones eran muy difíciles de contener.
“Tuve la fortuna de acompañar a Tania hasta El Salvador y ver ese emotivo reencuentro con sus hijos y padres, ese tipo de experiencias valen todo el sacrificio y esfuerzo que realizamos”, dijo González Bucio.
EN VARIOS PAÍSES
Además de servir en los asuntos que le competen a su departamento en Nogales, Lupita y el equipo de socorristas nogalense, han brindado su apoyo en países como Haití y muchos otros de Latinoamérica cuando se presentan desastres naturales, pero la labor con los migrantes, es su máxima pasión.
Fue por dicha pasión que en días pasados recibió la máxima distinción que un socorrista de Cruz Roja puede merecer, ya que el pasado mes de octubre, le otorgaron la medalla “Henry Davison” en Ginebra, Suiza.
Dicha presea la otorga la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y la Media Luna Roja, a personas o sociedades que hayan tenido una actuación destacada en prestación de servicios destinados a mejorar las vidas de las personas vulnerables.
Lo conseguido por la socorrista nogalense marcó historia, ya que nunca antes un mexicano había sido reconocido con tan grande distinción, un ingrediente que añade un sabor especial a la brillante carrera de Lupita.
“Recibir este reconocimiento a nivel internacional, ha sido muy emotivo para mi, siento una mezcla de gratitud y humildad, ya que no sólo es un premio personal, sino un reflejo colectivo de todos aquellos que trabajan incansablemente para ayudar a los migrantes”
La socorrista, quien además de ser una pieza indispensable de la Cruz Roja Mexicana y madre de tres hijos, dijo que su sueño es dejar un legado en el que las siguientes generaciones de socorristas, desarrollen un profundo sentimiento de empatía por los más vulnerables.
“Los migrantes y personas en condición de calle son gente que nos necesitan, es por eso que mi deseo más grande es que las siguientes generaciones desarrollen un fuerte sentimiento de empatía por los más necesitados”.
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