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Por bullying, Laura recorre un desafiante camino de superación: esta es su historia

Desde niña conoció la amarga experiencia del bullying por parte de sus compañeros de escuela y de ser rechazada por su origen indígena.

Por bullying, Laura recorre un desafiante camino de superación: esta es su historia

HERMOSILLO, Son.- Las risas de los compañeros de la escuela calaban a lo más íntimo de su ser. Sin entender lo que esas palabras decían, sabía que eran para herirla y lastimarla; agresiones que recibía sin siquiera merecerlo, ¿por qué lo hacían? ¿por qué esos niños se comportaban así con ella? Laura no lo sabía, ¡ah! pero cómo dolía ese acoso, ese rechazo, esa mofa, un dolor que se guardaba para ella misma.

Laura Francisco Merino pasó de sufrir burlas por su origen indígena y pensar en abandonar sus estudios, a luchar por un lugar en la universidad y convertir su miedo en fuerza para soñar con ser la maestra que siempre necesitó a su lado. Originaria del pequeño pueblo de Cruz Chiquita Copala, en Santiago Juxtlahuaca, Oaxaca, nació el 25 de octubre de 2004, dentro de una familia arraigada en las tradiciones de su comunidad indígena triqui. Siendo la mayor de ocho hermanos, platica que sus padres se conocieron y como es costumbre en algunas comunidades de Oaxaca, su papá compró a la que sería su esposa y así formaron una familia, luego se casarían por la Iglesia.

Laura acompañada por sus papás Severiano Francisco y Antolina de Jesús Merino quienes viven en el Poblado Miguel Alemán. | Especial

DE OAXACA A SONORA

Cuando tenía 2 años, sus padres, Antolina Merino de Jesús y Severiano Francisco Hernández, migraron en busca de trabajo gracias a recomendaciones de familiares, y se establecieron en el Poblado Miguel Alemán, donde comenzaron a laborar en los campos agrícolas.

Debido al esfuerzo de sus padres por llevar comida a la mesa, pasaban el día trabajando, y Laura, con apenas 5 años de edad, quedaba al cuidado de su hermana menor, Imelda, a quien vestía y acompañaba todos los días a la escuela, ubicada a unas dos calles de su hogar.

Mis papás casi no estaban con nosotros porque tenían que trabajar para sostener nuestro hogar. Yo cuidaba de mi hermana (Imelda), yo la vestía, le servía la comida. Entre nosotras dos íbamos al preescolar caminando porque estaba cerca, a dos cuadras más o menos”, comentó.

DESAFÍOS DEL IDIOMA

El camino de Laura ha estado lleno de desafíos y sacrificios. Desde la primaria, enfrentó burlas por no usar tenis o zapatos, y por hablar su lengua materna, el triqui, con dificultad para expresarse en español.

La joven, ahora de 20 años, vivió momentos duros, pues existía una barrera lingüística que la obligó a aprender español por su cuenta cuando ingresó a la primaria, ya que en casa sus padres sólo hablaban triqui, lo que complicaba su comunicación con los demás. Además de las burlas por no hablar español, Laura contó que sufrió bullying por usar huaraches en lugar de zapatos. Incluso, en ocasiones, algunos compañeros de su primaria la encerraban en el baño, se reían de ella por su apariencia indígena y no entender lo que decían.

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El dolor y la tristeza abundaban en el corazón y la mente de Laura Francisco, pero por temor y vergüenza de preocupar a sus padres, la joven sentía que no podía expresar sus emociones ante esta situación.

Sufría muchísimo por ser indígena. Me miraban raro porque venía de fuera y sí fue un paso muy difícil, y tuve que salir a enfrentar el mundo yo sola. No podía expresarme con nadie ni siquiera con mis papás”, indicó.

A los 11 años, el miedo a seguir sufriendo discriminación la llevó a decidir abandonar la escuela. En lugar de continuar sus estudios, tomó un pico y se unió a sus padres en el campo, trabajando en el deshierbe de calabazas. Como una lección de vida, sus padres permitieron que aquella pequeña Laura de 11 años viviera en carne propia lo que implicaba el trabajo en el campo, haciéndole ver que un lápiz no pesa lo mismo que una pala o un pico.

Mis papás me dejaron sola desyerbar toda la línea. Fue una lección para mí porque me di cuenta de que era muy feo trabajar en el campo. Mis respetos para mis papás por cómo trabajan, con tanto calor. Pero fue ahí que decidí seguir estudiando porque una pala pesa más que un lápiz”, expresó.

SE ENCIENDE SU VOCACIÓN

Al observar el arduo trabajo diario de sus padres, Laura decidió retomar sus estudios y regresar a las aulas de la Escuela Primaria “Tomás Martínez Cruz”. Allí, logró avanzar hasta sexto grado, donde conoció al maestro que marcaría su vida académica: el profesor Luis Abel Quiñonez Millanes.

Comprendiendo las dificultades de la niña, el maestro Abel le brindó la confianza que necesitaba para que no renunciar a su futuro escolar. La acogió con cariño y paciencia, ayudándola a superar sus miedos y a graduarse con éxito.

El maestro Abel fue quien confió plenamente en mí, quien me ayudó a enfrentar mis temores. Fue entonces cuando decidí que quería ser la maestra que siempre había soñado tener”, comentó Laura.

De visita a la que fue su escuela primaria, Laura platica que le costó trabajo adaptarse y poder comprender el idioma español. | Especial

Gracias a su inteligencia y dedicación, Laura se graduó de primaria y secundaria con excelencia académica, preparándose para continuar su camino en el nivel medio superior: la preparatoria.

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