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El Imparcial / Hermosillo / Casas antiguas

Casas antiguas de Hermosillo son parte de la historia, pero complican el presente de quienes viven cerca de ellas

Caminar por el primer cuadro de la ciudad genera una extraña sensación: La nostalgia de los tiempos en los que se podía dormir con las puertas de la casa abiertas, sin el temor de sufrir un robo. Son los recuerdos que traen a la mente al ver las casas del viejo Hermosillo.



En la calle Obregón, la Serdán y las entreveradas calles que suben al Cerro de la Campana y hasta la Tehuantepec, dejan ver en los muros exteriores de las antiguas casas, los adobes con los que empezaron a construir las primeras viviendas en esta ciudad.



La nostalgia nunca llega sola, pues ahora está acompañada del temor de caminar esas calles y resultar lastimado en un derrumbe o que algún vago salga de esas construcciones en ruinas y lo asalte es común.



Los vecinos de estas casas comentan que les afecta la fauna nociva que estos lugares generan, como las ratas, cucarachas y hasta alacranes, pero ningún miedo mayor a los vagos que las invaden en busca de refugio nocturno.



Así, las que fueran hogar de los hermosillenses de clase media alta, ahora se encuentran en el abandono y ya la mayoría sin techo o con las paredes vencidas por el paso y peso del tiempo.



Aunque algunos particulares hacen un notable esfuerzo por darle una mejor cara a ese sector de la ciudad, vistiendo de colorido arte sus arcaicas fachadas, asomarse por los amplios ventanales desnuda la ilusión y hace darse cuenta que la mayoría de las veces sólo es el frente del domicilio el que prevalece.

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