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Hermosillo

La guerra de dos grupos criminales que tiene como escenario las calles, plazas y colonias de Hermosillo puede modificar pronto las estadísticas de percepción de inseguridad en la capital del Estado.

Sergio Valle

La guerra de dos grupos criminales que tiene como escenario las calles, plazas y colonias de Hermosillo puede modificar pronto las estadísticas de percepción de inseguridad en la capital del Estado.

No hace falta ser brujo para entender que si agosto sigue como estuvieron los días finales de junio y todo el mes de julio, las futuras mediciones podrían salir muy distintas a las que hemos visto durante años, en donde la ciudad más importante del Estado se ha catalogado como una de las más seguras del País.

No es un pronóstico esto que le digo estimado lector, mucho menos un deseo.

Entiéndalo como una expresión temerosa de que nuestra capital sea tomada por esos grupos para proteger sus ilegales intereses a costa de la tranquilidad de los ciudadanos de bien.

Aunque me temo que a estas alturas ya tenemos a cientos de familias de las colonias de la periferia temerosas porque de un momento a otro se escuchan las balaceras o hasta los gritos de personas cuando están siendo privadas de su libertad, como ya sucedió hace una semana en la colonia Cuauhtémoc, en el sector Sur del casco urbano.

Son pocos los datos confirmados hasta hoy sobre la identidad de estos grupos, aunque las autoridades sostienen que están plenamente identificados y por lo tanto se les está combatiendo.

Las redes están inundadas de versiones y de supuestos hechos que se registran en colonias marginadas de Hermosillo, pero que las autoridades no confirman.

Se sabe ahora que hay personas detenidas y vinculadas a proceso sobre una parte de estos hechos, aunque las ejecuciones son prácticamente a diario.

Siendo este un asunto del orden federal, hasta el momento el Gobierno local se ha mantenido al margen, tanto el alcalde como el comisario de Seguridad Pública no han emitido ningún pronunciamiento.

Pero lo cierto también es que las estadísticas sobre percepción de inseguridad suelen ser motivo de orgullo, porque por años se han mantenido bajas, pero con todo lo que sucede eso podría cambiar en las próximas mediciones.

EN CAJEME

Quien aborda el tema con regular frecuencia es el alcalde de Cajeme, Javier Lamarque Cano, que con todo y que algunos no estén de acuerdo en sus enfoques no ha evadido el tema.

Claro que a como están las cosas allá, es imposible sacarle la vuelta, aunque hay quienes en similares circunstancias lo intentan.

Incluso se aventó el cajemense a decir que su Municipio tiene mejores números que Hermosillo en índices de inseguridad.

Claro, tardó más en decirlo que los malosos en dejarle sendas hieleras con restos ya saben de qué, además de algunas ejecuciones, como esa en la que un niño de 5 años resultó herido durante un ataque en la vía pública y a plena luz del día y que acabó con la vida del padre.

Y es que se sabe que no es mucho lo que se puede hacer desde el Municipio para enfrentar a los poderosos grupos criminales.

Critica Lamarque también que en los medios de comunicación se magnifiquen los hechos de inseguridad, pero no señala a uno en especial, se va parejo.

Es válido que la autoridad exprese abiertamente sus desacuerdos con periodistas y medios.

Quienes nos dedicamos a esto ya deberíamos entender que así como ejercemos la crítica, somos sujetos de ella

En lo personal entiendo que hay quienes exageran, cuentan las cosas como si fuera una película de terror o llenan las páginas de juicios de valor, pero con pocos datos.

Pero es su derecho incluso hecho, solo que deben atenerse a los reclamos de quienes son señalados en esas notas.

Pero también es cierto que no se puede tapar el Sol con un dedo y muchas cosas suceden ahora a plena luz del día, en transitados cruceros, con testigos por todos lados, a la hora que sea.

Y esa es información que está ahí, vista por todos y lo único que hacemos (al menos en mi caso) es consignar el hecho.

En términos globales, las estadísticas de inseguridad en Sonora se han mantenido a la baja como se lo propuso desde el principio de su sexenio el gobernador Alfonso Durazo.

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