Armando Fuentes Aguirre

Es una pena que esté en vías de extinción.

El Espíritu le preguntó al Señor

¿A qué olerá el olor de santidad? No a jazmín de Arabia; de eso estoy seguro, que trasciende a amor erótico.

Si los vegetarianos probaran la barbacoa que hacemos en el Potrero de Ábrego se acabaría el vegetarianismo en México.

El Espíritu Santo se quejó con el Padre

Lo que nos hace ser hombres es eso que en unos se presenta con claridad de luminosa fe y en otros como apenas vaguísima intuición.

Sólo si reconocemos que la muerte significa algo podremos dar a la vida significación.

La gente cortaba ramos de los árboles, los agitaba al paso de Jesús, y los tendía luego en su camino.

En los primeros tiempos las criaturas y su Creador se hablaban cara a cara, según relato bíblico.

Pasó el mono y dijo...

El Señor hizo al hombre y la mujer. Y comentó el Espíritu: "Ahora empezaron los problemas".

No le pongo ninguna moraleja a esta narración. Las moralejas echan a perder las narraciones.

Las muchachas de Ábrego nos piden esas rosas para formar con ellas sus ramos de novia, y las niñas cortan los capullos el día de la Virgen para ponerlos a los pies de su imagen en la pequeña capilla del lugar. Yo miro este rosal por mi ventana, y mi ventana se vuelve un cuadro de Manet.

Adán se preocupaba. Su mujer, en vez de usar una hoja de parra o de higuera, usaba una de perejil.

Yo he aprendido a gozar todos los días, lo mismo los de sol que los de bruma; igual los de calor que los de frío. Cada uno es un milagro que no sabemos ver.