Documentalista registra siete especies de tiburones en aguas de Florida

Júpiter, Florida.— En la costa atlántica de Florida, un enclave marino se ha ganado la reputación de ser un santuario para los tiburones.

Sus aguas, claras y vibrantes, albergan un ecosistema donde conviven múltiples especies de escualos, convirtiéndose en un destino soñado para exploradores submarinos.

En ese entorno único, Gerardo del Villar, fotógrafo y documentalista especializado en grandes especies marinas, vivió una experiencia que marcó un antes y un después en su labor por la conservación del océano.

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A través de Land & Dive Encounter, una comunidad comprometida con dejar un legado de respeto y protección por el entorno marino, Gerardo se sumergió en una travesía sin igual.

En tan solo una jornada de buceo, tuvo frente a él a siete especies distintas de tiburones: toro, nodriza, limón, de arrecife del Caribe, martillo, entre otras.

“Esto no era un espectáculo, era un verdadero encuentro. Nosotros éramos los visitantes; ellos, los anfitriones”, relata Del Villar.

Inmersión en el mar

Durante tres días de inmersiones, la experiencia se transformó: del asombro al respeto, y luego a la reflexión. El primer día fue un estallido de emociones y encuentros cercanos; el segundo, una coreografía silenciosa y profunda entre humanos y escualos. El tercero, un día de calma y contemplación, donde el océano pareció pedir una pausa para mirar hacia adentro.

“Cada especie mostró su propio ritmo y energía, pero cuando apareció el gran tiburón martillo, el tiempo se detuvo”, recuerda Gerardo con emoción.

El mensaje que deja este encuentro va más allá de lo visual o lo biológico. Es un llamado urgente a la conciencia. Para Del Villar, los tiburones han sido injustamente retratados como villanos, cuando en realidad son pilares esenciales del equilibrio marino. Su preservación es vital, y su protección debe comenzar desde el conocimiento y el respeto.

“No necesitas sumergirte para marcar la diferencia. Desde tu espacio puedes generar un cambio: infórmate, apoya, comparte, consume de forma responsable”, concluye.

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La cámara de Gerardo no busca sólo capturar imágenes impactantes, sino abrir una ventana a un mundo que muchos temen, pero pocos conocen.

En cada fotografía hay un testimonio de vida, de inteligencia natural, de belleza salvaje. Y en cada inmersión, un recordatorio de que todos pertenecemos al mismo océano.