Youtubers sinaloenses corren peligro por dominio del crimen organizado en el estado
El auge de los creadores de contenido en plataformas como YouTube y TikTok ha traído consigo una mezcla peligrosa entre la fama digital y los contextos locales dominados por la inseguridad.
México.- La relación entre creadores de contenido y el crimen organizado en México sigue siendo un tema polémico y complejo, especialmente en regiones como Sinaloa, donde este tipo de vínculos están constantemente bajo escrutinio.
Los recientes casos de violencia y asesinatos relacionados con influencers como “Jasper”, el “Gordo Peruci” y el “Chilango”, junto con las especulaciones sobre figuras como Markitos Toys, evidencian un cruce entre el entretenimiento digital, la cultura del narcotráfico y las consecuencias de estas conexiones en un entorno de inseguridad.
El caso de “Jasper” y su entorno
Jesús Miguel Vivanco García, conocido como “Jasper”, fue hallado sin vida el 23 de noviembre, con signos de tortura en un camino rural de Sinaloa. Este joven de 29 años, cuyo nombre aparece vinculado a una investigación del Departamento del Tesoro de los Estados Unidos por presuntos lazos con los hijos de Joaquín “El Chapo” Guzmán, también se desenvolvía como cantante de corridos y colaboraba con figuras del entretenimiento digital como Juguetes Markitos.
“Jasper” había ganado notoriedad no solo por su música, sino por su presencia en redes sociales, donde aparecía en videos que mostraban lujos y vehículos de alta gama, características recurrentes en la narrativa de ostentación asociada al narcotráfico.
Su vínculo con Markitos Toys, a quien incluso le prestó un coche para un video musical, refuerza las especulaciones sobre la conexión entre ambos y ciertos grupos delictivos.
El asesinato del “Gordo Peruci”
El “Gordo Peruci”, un creador de contenido con más de 150 mil seguidores en YouTube, también fue víctima de la violencia en Sinaloa. Dedicado a compartir momentos cotidianos, juegos con amigos como el Chino Feng y Jesús Cazares “El Compa”, así como reseñas de restaurantes, su vida pública mostró un interés por conectarse con su audiencia de manera relajada. Sin embargo, en algunas de sus publicaciones llegó a mostrar armas, una decisión que generó controversia.
Un día antes de ser asesinado, denunció un robo en su hogar y reveló haber desconectado las cámaras de seguridad por un rumor en Culiacán, lo que deja entrever el clima de paranoia y desconfianza que rodea a estos creadores de contenido en regiones donde las actividades del El crimen organizado tiene una fuerte influencia.
El caso del “Chilango”
Juan Carlos, conocido como el “Chilango” en TikTok, era un vendedor de dulces y USB de música en Culiacán. En sus videos, compartía su vida diaria y trabajo, pero también utilizaba simbología asociada a ‘La Chapiza’, un grupo vinculado a los hijos de “El Chapo” Guzmán.
La utilización de emojis de pizza, un código asociado relacionado con este grupo delictivo, junto con sus menciones indirectas, lo colocaron en una posición de riesgo. Fue asesinado el 19 de octubre, en un evento que también ilustra la peligrosa conexión entre la exposición digital y la violencia en estos contextos.
Markitos Toys y la controversia de su figura pública
Markitos Toys, uno de los creadores de contenido más reconocidos de la región, ha estado bajo el ojo público debido a los supuestos vínculos con el crimen organizado.
La periodista Anabel Hernández mencionó su nombre en un episodio de su podcast, lo que intensificó las especulaciones. Aunque Markitos Toys no ha realizado declaraciones al respecto, los recientes ataques armados contra sucursales de Ranch Roll, un restaurante presuntamente vinculado a él, incrementaron la atención mediática.
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La exposición en redes y sus riesgos.
El auge de los creadores de contenido en plataformas como YouTube y TikTok ha traído consigo una mezcla peligrosa entre la fama digital y los contextos locales dominados por la inseguridad.
En regiones como Sinaloa, donde el narcotráfico forma parte del tejido social, la ostentación de lujos, la mención indirecta de figuras delictivas o la colaboración con personas asociadas a estos grupos pueden traducirse en riesgos reales, tanto para los propios influencers como para sus entornos cercanos.
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