Los derrames cerebrales son muy comunes, así se pueden prevenir la mayoría de ellos
Se espera que más de 600,000 estadounidenses sufran un derrame cerebral este año, aunque hasta el 80% de los casos podrían prevenirse.
CIUDAD DE MÉXICO.- Se estima que más de 600,000 estadounidenses tendrán su primer derrame cerebral en 2024, según la Asociación Americana del Derrame Cerebral (ASA, por sus siglas en inglés). Lo preocupante es que hasta el 80% de estos casos podrían prevenirse. La ASA ha emitido nuevas recomendaciones dirigidas a los profesionales de la salud, instándolos a detectar factores de riesgo como presión arterial alta, colesterol elevado, azúcar alta en la sangre y obesidad.
La presidenta del grupo encargado de redactar estas directrices, la doctora Cheryl D. Bushnell, subraya que la prevención primaria, es decir, evitar el primer derrame, es la estrategia más efectiva para reducir la incidencia y mortalidad asociadas a esta condición. A pesar de que ciertos grupos presentan mayores riesgos debido a factores genéticos, biológicos y de estilo de vida, muchos no reciben el tamizaje adecuado para detectar estos riesgos a tiempo.
Factores de riesgo y recomendaciones
Entre los principales factores de riesgo del derrame cerebral están la presión arterial elevada y los niveles de colesterol y glucosa descontrolados. La ASA aconseja adoptar un estilo de vida saludable basado en una dieta mediterránea, rica en frutas, verduras, granos enteros y grasas saludables, limitando el consumo de carnes rojas y azúcares. Además, enfatiza la importancia de realizar al menos 150 minutos de actividad física moderada por semana.
El ejercicio regular, mantener un peso saludable y evitar el tabaquismo son clave para reducir el riesgo. También se recomienda a los médicos que evalúen el comportamiento sedentario y factores no médicos como la educación, estabilidad financiera y el acceso a alimentos saludables, ya que estos determinantes sociales pueden influir en la salud a largo plazo.
Diferencias de riesgo entre hombres y mujeres
Las mujeres suelen tener un riesgo mayor de sufrir un derrame cerebral, en parte debido a factores relacionados con su salud reproductiva y a que, en promedio, viven más que los hombres. El uso de anticonceptivos y complicaciones en el embarazo, como la presión arterial alta, son algunos de los factores que elevan el riesgo en mujeres. De hecho, cada año unas 55,000 mujeres más que hombres padecen un derrame cerebral en Estados Unidos, según datos de la ASA.
Para abordar esta situación, la ASA sugiere que las mujeres sean sometidas a pruebas de detección con mayor frecuencia. Además, la Asociación Americana del Corazón ha introducido una calculadora de riesgos (PREVENT), que estima el riesgo de padecer un derrame o una enfermedad cardiaca en un lapso de 10 a 30 años, ayudando a los profesionales de salud a identificar personas con riesgo elevado.
Prevención y señales de advertencia
La clave para prevenir derrames cerebrales radica en identificar los riesgos y tomar medidas a tiempo. Pero, ¿cómo reconocer un derrame cuando está ocurriendo? Los expertos usan el acrónimo BE FAST para recordar los síntomas principales:
- Balance (problemas para caminar)
- Eyesight (pérdida de visión)
- Facial droop (caída de un lado de la cara)
- Arm weakness (debilidad en los brazos o piernas)
- Speech (dificultades para hablar)
- Time (tiempo para llamar al 911).
El reconocimiento temprano de estos síntomas es vital, ya que un derrame requiere atención médica urgente para minimizar el daño cerebral y mejorar las probabilidades de una recuperación favorable.
Importancia de la prevención
El derrame cerebral fue la cuarta causa de muerte en Estados Unidos el año pasado, cobrando 162,600 vidas. Las nuevas pautas de la ASA actualizan las recomendaciones previas de 2014, con un enfoque en la prevención primaria. La doctora Bushnell destaca la importancia de detectar a tiempo a quienes tienen un mayor riesgo de sufrir un primer derrame y brindar el apoyo necesario para proteger su salud cerebral y cardiovascular.
Las medidas preventivas no solo salvan vidas, sino que también reducen la carga sobre los sistemas de salud. Por lo tanto, los esfuerzos para concientizar tanto a la población como a los profesionales de la salud son fundamentales para disminuir la incidencia de esta condición que afecta a millones de personas cada año.
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