¿Cuál es el origen del antojo y cómo controlarlo?
Esta hormona envía señales al cerebro para indicar que es momento de comer, lo que explica los antojos repentinos o el hambre intensa que algunas personas experimentan antes de las comidas.
La grelina, conocida popularmente como “la hormona del hambre”, es una sustancia producida en el estómago que desempeña un papel fundamental en el control del apetito. Según la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos, esta hormona envía señales al cerebro para indicar que es momento de comer, lo que explica los antojos repentinos o el hambre intensa que algunas personas experimentan antes de las comidas.
Además de estimular el hambre, la grelina puede influir en el deseo de consumir alimentos ricos en azúcar y grasa, especialmente en situaciones de estrés o tras noches de sueño insuficiente. Este comportamiento se debe a su capacidad de no diferenciar entre hambre física y emocional, lo que lleva a un consumo calórico elevado incluso cuando el cuerpo no requiere energía adicional.
Los niveles de grelina aumentan antes de las comidas y disminuyen después de ingerir alimentos. Sin embargo, factores como el estrés, la fatiga o las dietas restrictivas pueden alterar este proceso, dificultando el control del apetito y promoviendo el consumo de alimentos poco saludables.
Por ejemplo, una noche con pocas horas de sueño puede incrementar su producción, generando antojos de carbohidratos y comidas altas en calorías al día siguiente.
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Cómo evitar que controle tus hábitos alimenticios
Para gestionar de manera efectiva esta hormona y evitar que influya negativamente en los hábitos alimenticios, los expertos recomiendan estrategias simples y prácticas. Un desayuno rico en proteínas, como huevos o yogur, ayuda a mantener la grelina baja durante el día y reduce los antojos posteriores.
Además, comer a intervalos regulares estabiliza los niveles de esta hormona y evita episodios de hambre incontrolable.
El sueño adecuado también juega un papel crucial. Dormir entre siete y nueve horas cada noche puede reducir la grelina y limitar el apetito por alimentos calóricos. Asimismo, manejar el estrés mediante actividades como meditación o caminatas puede prevenir los impulsos emocionales de comer.
Finalmente, optar por alimentos ricos en fibra, como frutas, verduras y cereales integrales, ayuda a prolongar la sensación de saciedad. Incluir proteínas magras en la dieta, como pollo o pescado, es otra forma efectiva de controlar esta hormona y mejorar los hábitos alimenticios.
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