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Shohei Ohtani empata difícil récord de Grandes Ligas que se estableció hace casi 30 años

Con un jonrón lleno de drama y polémica, Ohtani alcanzó una marca legendaria que parecía intocable desde los años 90.

Shohei Ohtani empata difícil récord de Grandes Ligas que se estableció hace casi 30 años

El fenómeno japonés Shohei Ohtani sigue rompiendo récords en las Grandes Ligas. La tarde del domingo, en el Dodger Stadium, tuvo su segunda apertura de la temporada como pitcher tras casi dos años de ausencia en la lomita.

Ohtani solo lanzó la primera entrada ante los Nacionales de Washington, en la que recetó dos ponches. Pero la verdadera hazaña llegó con el madero.

En la parte baja de la octava entrada, con el juego prácticamente resuelto (los Dodgers ganaban 11-3), Ohtani se presentó a batear con corredor en primera y un out, enfrentando al relevista derecho Jackson Rutledge.

El toletero zurdo hizo swing a una recta de 95 millas por hora colocada en la esquina exterior, conectando un elevado profundo hacia el jardín izquierdo, justo donde Alex Call acababa de ingresar para patrullar esa zona. Call corrió a toda velocidad hasta la franja de advertencia, pero chocó contra la barda y no logró evitar que la pelota pasara del otro lado. Aunque la bola regresó al campo en un rebote poco común, lo que generó confusión sobre si era cuadrangular o no, los umpires solicitaron la revisión en el centro de operaciones de MLB.

Tras la revisión, Alfonso Márquez, umpire jefe de la cuarteta y originario de Zacatecas, salió a declarar el cuadrangular del jersey número 17 de los Dodgers.

Pero este no fue un jonrón cualquiera, fue el número 26 de la temporada para el japonés, todos conectados como primer bat en el orden ofensivo. Esa cifra no se veía desde hace casi tres décadas, cuando Brady Anderson, de los Orioles de Baltimore, pegó 26 cuadrangulares en sus primeros 79 juegos de la campaña de 1996. Ohtani igualó esa marca en apenas 77 encuentros.

El próximo juego de los Dodgers será el martes, cuando visiten a los Rockies de Colorado, en el Coors Field, un estadio conocido como el paraíso de los bateadores —y el cementerio de los pitchers— por la gran cantidad de jonrones que se conectan debido a la altitud de Denver y tendrá la gran oportunidad de superar lo hecho por Anderson en los años 90.

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