"Trotamundos" por su trabajo
Los topes en las calles de la ciudad son el pretexto para armar la tienda: Los vehículos se detienen y la gente se asoma a ver a los animales que se forman en una hilera sobre la banqueta. Hay bulldogs, gallos, lobos, un caballo, un gorila y un toro.
"Rubén Aguirre, como el profesor Jirafales, así me llamo", dice el hombre que vende alcancías a la orilla de la calle, "la venta va medio trabajosita, pero ahí la llevamos".
Rubén fue deportado de Estados Unidos hace tres años, donde solía trabajar como repartidor de muebles, en calidad de indocumentado; desde su regreso a México, ha buscado subsistir del comercio de alcancías y tapetes con una empresa poblana.
"Estuve mucho tiempo por allá, unos 21 años, pero ahorita agarran a la gente trabajando y la deportan, se puso muy duro. Me iba mucho mejor allá que aquí, pero ya me acostumbré; soy de México, allá estaba bien, pero no hay como estar aquí, porque sí hace falta la familia", narró.
Es originario de Michoacán y lo que más le gusta de su trabajo es la posibilidad de poder viajar por toda la Reepública: "Vamos a donde quiera, a Mexicali, Tijuana, muchas partes; todo está muy bonito, pero cuando viene uno a trabajar, no tiene oportunidad de conocer bien".
Tijuana es su lugar favorito: "A mí me gusta mucho Tijuana, es más fresco para allá, me gusta mucho el clima. Incluso me gustaría estar por allá, por eso busco estos viajes; entre más me acerco, más me desespero, entonces mejor no me hago ánimos hasta que esté allí".
Para regresar a Estados Unidos, necesitaría unos 6 mil 500 dólares, pero prefiere no arriesgarse, porque "las políticas se pusieron pesadas", no sólo para él, sino para miles de familias: "Tiene uno que acostumbrarse, ni modo, hay que echarle ganas.
"Viví mal seis meses, me dolía la cabeza, no dormía en las noches, nomás piense y piense, hasta que me decidí y dije: Ni modo, 'qué le voy a hacer' hay que darle duro".
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