Donald Trump redirige su discurso agresivo a “enemigos internos”
Esta retórica alarmante, más radical que en campañas anteriores, ha generado una profunda preocupación entre la oposición, líderes políticos y diversos sectores de la sociedad.
Estados Unidos.- La campaña de Donald Trump rumbo a la Casa Blanca ha intensificado su tono autoritario y sus críticas hacia un “enemigo interno”, refiriéndose no solo a sus rivales demócratas, sino a sectores de la sociedad estadounidense que, en su opinión, ponen en riesgo su visión del país.
Esta retórica alarmante, más radical que en campañas anteriores, ha generado una profunda preocupación entre la oposición, líderes políticos y diversos sectores de la sociedad.
En entrevistas recientes, Trump ha diferenciado entre lo que llama enemigos externos, como China o Rusia, y el “enemigo interno”, compuesto por “lunáticos de la izquierda radical” y aquellos que no lo apoyan.
Trump ha sugerido incluso el uso de la Guardia Nacional o las Fuerzas Armadas para “controlar” a estos opositores, una propuesta sin precedentes que alimenta temores de una agenda de represión.
Líderes como Kamala Harris han advertido que Trump busca consolidar un poder sin límites, y lo señalan por crear un ambiente de persecución hacia periodistas, funcionarios electorales y jueces que se opongan a sus posturas o cuestionen su autoridad.
Esta actitud revierte uno de los pilares de la democracia estadounidense: el derecho a la disidencia y la independencia de las instituciones.
Trump no ha ocultado su admiración por líderes autoritarios como Xi Jinping, Vladimir Putin y Kim Jong-un, a quienes alaba por su capacidad de “control absoluto” y “fuerza despiadada” sobre sus países.
Analistas preocupados
Recientemente, se reveló que incluso considera al mandatario venezolano, Nicolás Maduro, un ejemplo de liderazgo fuerte. Esta tendencia hacia la emulación de figuras de poder rígido ha sido calificada de preocupante por analistas y expertos en derechos humanos, quienes ven en sus declaraciones un intento por justificar un potencial uso de represivas, incluso en suelo estadounidense, bajo la excusa de mantener el orden y seguridad.
Los comentarios de Trump también evocan recuerdos de su postura tras las elecciones de 2020, cuando rechazó reconocer su derrota y alentó una narrativa de fraude electoral que culminó en el violento asalto al Capitolio el 6 de enero de 2021.
Este antecedente ha hecho que muchos cuestionen Si un segundo mandato de Trump podría derivar en una erosión aún mayor de las normas democráticas.
El periodista Bob Woodward, en su libro sobre el exmandatario, menciona que el general Mark Milley, ex jefe del Estado Mayor Conjunto y nombrado por Trump en 2019, llegó a describir a su jefe como “un fascista hasta la médula”, reflejando la preocupación en las altas esferas militares por el carácter y las intenciones del expresidente.
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En conjunto, estas declaraciones y acciones han hecho que sectores de la sociedad y del gobierno teman que un regreso de Trump a la Casa Blanca no solo intensifique la polarización, sino que ponga en riesgo la integridad del sistema democrático estadounidense.
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